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Con gesto decisivo, asió fuertemente la navaja, echó atrás la cabeza y, con suavidad, se pasó dos veces por la garganta el contrafilo de la hoja. No hubiera estado mal degollarse; pero no pudo. ¡Cobarde! ¡Canalla! dijo en alta voz y tono indiferente. Su rostro en el espejo, aunque movió los labios, permaneció gris, muerto.

Y siempre se encontraba en el corredor, al volver, a la enfermera, que le esperaba. ¿No se ha acostado usted aún? preguntaba con tono indiferente . ¡Buenas noches! Ella respondía, con voz apenas perceptible: ¡Buenas noches!

Shakespeare, puede decirse, que, no solo nada de lo que tenia relacion con el hombre le era indiferente, sino que sabia todo cuanto al hombre concernia. ¡Lástima que fuese poeta! dirá Vd., y que en vez de escribir dramas no haya empleado su fuerza de voluntad en buscar alguna aplicacion útil de las fuerzas físicas, en vez de estasiarse en un monólogo estéril y sublime! ¿Esto es sério?

¿Qué sucede? dijo Juan Claudio dejando el martillo. En vez de contestar a esta pregunta, la anciana, mirando hacia la puerta, parecía escuchar algo; luego, al no oír nada, volvió a adquirir su expresión meditativa. El loco Yégof ha pasado la noche última en la finca dijo Catalina. También ha venido a verme esta tarde dijo Hullin, sin conceder gran importancia al hecho, que le parecía indiferente.

Regocijábale el saber que no era indiferente a Tónica y que en la posición de su familia estaba el único obstáculo. ¡Valiente posición!

Corrí a anunciársela a Arturo, el cual recibió la noticia con una displicencia incomprensible. Cuando no se le hablaba de Judit, todo le era indiferente. Por mi parte, me apresuré a liquidar sus deudas y a desempeñar sus bienes, y, desde entonces, todo marchó admirablemente, hasta que tuvo lugar un caso de difícil explicación.

Era imposible que habiendo vivido en el lujo desde su infancia, María Teresa se mostrase tan indiferente por la pérdida de su fortuna. Y de inducción en inducción, Huberto se convenció de la verdad de las hipótesis sugeridas por su egoísmo desconfiado. No pisaré la trampa se dijo.

Su corazón se embrolló más y más, los grandes ojos negros del padre Aliaga le devoraban; no era ya la mirada indiferente y tranquila de antes la suya; había en ella inquietud, ansiedad, cólera... un mundo entero de pasiones. ¡Habéis dicho exclamó roncamente que la reina ama á ese caballero! ; , señor, y creo... creo tener pruebas... en fin... yo... averiguaré...

Ahora me arrepiento y nada te pregunto porque nada quiero saber. Me es igual, me es indiferente que hayan sido realidad mi razonamiento, mis peregrinaciones y mis ulteriores crímenes y hazañas, o que todo haya sido prestigios, embustes o creaciones fantásticas formadas y sugeridas por tus elixires y linimentos y por el pasmoso poder de tus mágicas artes.

Todo lo comprendo, es natural: por lo mismo lo olvido hasta ver si, después de lo que yo digo, insiste usted en repetirlo. Hable usted: yo lo deseo. Yo no he visto á Clara más que tres veces continuó Bozmediano. Ella no sabe ni cómo me llamo, ni quién soy. Me ha visto poco, y le soy tan indiferente, que puedo asegurar que ocupo en su corazón el mismo lugar que una persona desconocida.