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7 Y puso sus fornicaciones con ellos, con todos los más escogidos de los hijos de los asirios, y con todos aquellos de quienes se enamoró; se contaminó con todos los ídolos de ellos. 8 Y no dejó sus fornicaciones de Egipto, porque con ella se echaron en su juventud, y ellos comprimieron los pechos de su virginidad, y derramaron sobre ella su fornicación.

9 Porque ellos cuentan de nosotros cuál entrada tuvimos a vosotros; y de qué manera fuisteis convertidos a Dios dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero. 10 Y esperar a su Hijo de los cielos, al cual resucitó de los muertos: a Jesús, el cual nos libró de la ira que ha de venir.

Hablarle a él de los grandes maestros y aun de los pequeños, era verle caerse boca abajo como un indio en presencia de sus ídolos. También dibujaba un poquito, muy poquito; pero en secreto. En cuanto le mirasen fijamente se ruborizaba; cuando por casualidad hablaba con una mujer, tenía los ojos puestos en el suelo.

La autoridad de algunos escritores se habia levantado mas alto de lo que convenia; y era menester un ímpetu como el de la filosofía de Descartes para derribar á los ídolos. El respeto debido á los grandes hombres no ha de rayar en culto, ni la consideracion á su dictámen degenerar en ciega sumision.

Y al terminar el trabajo, si quedaban unos días libres hasta la próxima corrida en otra ciudad, la cuadrilla retardaba el viaje, y entonces eran las francachelas lejos de la familia, la abundancia de vinos y mujeres en compañía de aficionados entusiastas, que sólo se imaginaban de este modo la vida de sus ídolos. Las diversas fechas de las fiestas obligaban al espada a viajes absurdos.

El mundo piensa, cree, elige, discute, imagina, siente, trabaja; calla la sinagoga judía; callan los agüeros paganos; callan los oráculos gentiles; callan los dioses mitológicos; callan los geroglíficos egipcios; los ídolos callan, callan para siempre; muchas sepulturas se abren, muchos muertos asoman.... Otro mundo principia, otro rey manda, otro Dios gobierna.

En una palabra, hacen un bosquejo; en un gesto, un retrato; y en un movimiento, una caricatura; se ríen de su obra y de aquí no pasa. La risa jamás llega al sarcasmo y nunca fabrican en sus labios el sucio barro en que modela la maledicencia sus asquerosos ídolos. La mujer de Filipinas, tiene muchísimo que estudiar. El que verdaderamente la llega á comprender, es el que sabe apreciar cuánto vale.

6 Por tanto, di a la Casa de Israel: Así dijo el Señor DIOS: Convertíos, y haced que se conviertan de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones.

Bordadores, sastres, guarnicioneros, todo Israel se ha echado a la calle... Los hombres, con gorro de terciopelo y medias de lana azul, gesticulando en grupos, con mucha algazara... Las mujeres, desencajadas, abotagadas, tiesas como ídolos de madera, con sus faldas escurridas, con peto de oro y el rostro rodeado por cintas negras, mézclanse uno y otro grupo chillando como gatas... En el momento de llegar yo, se arremolina la muchedumbre... Apoyado en sus testigos, el judío, personaje principal de la comedia, pasa por entre dos setos de gorros, bajo una lluvia de exhortaciones.

Recorro aquel encantado bosque de columnas, silencioso y sombrío como las poéticas florestas del Eufrates; respiro la fragancia del ámbar y del aloe quemado bajo sus incorruptibles techumbres de alerce, suave al embriagado olfato como el aroma que exhala de sus verjeles la gran ciudad edificada sobre las ruinas de Seleucia y Ctesifon reunidas; báñome todo en la templada luz que por las naves difunden multitud de lámparas reflejando en el terso pavimento, en los bruñidos jaspes de las columnas y en las portentosas labores del santuario; no diviso ya ni aquella catedral, obra de nazarenos, que un momento se alzaba en medio de la gran mezquita, interceptando mi vista ansiosa de abarcar su primitivo conjunto; ni aquella multitud de capillas y altares, obra indiscreta y confusa de todas las épocas y gustos reunidos, capillas y altares odiosos al fiel muslim que ve erigidos en ellos otros tantos ídolos; ni los infinitos sepulcros que profanaban la santa casa donde no osó mandarse enterrar ningun Califa: veo la gran rival de las mezquitas de Damasco, Bagdad y Jerusalen, restituida por ensalmo á su primitivo destino, y dando al olvido mi orígen, mi siglo y mi , me encuentro trocado en fervoroso y entusiasta islamita.