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Actualizado: 7 de septiembre de 2024
Sus palabras ó no significan nada ó expresan lo siguiente. Juzgo de una relacion; este juicio está en mí; esta relacion como conocida, y prescindiendo de su existencia real, está en mí; todo lo cual se reduce á lo mismo que con mas sencillez y naturalidad dijo Descartes: «Yo pienso, luego existo.» Ambos comienzan su filosofía por el hecho de conciencia que revela la existencia.
Esta exposición mas ó menos fundada, seria cuando menos razonable, inteligible siquiera; y su base, el constituir la esencia del alma en el pensamiento, tendria en su favor el voto de Descartes. Así, aunque no salvásemos las palabras de Fichte, salvaríamos al menos sus ideas. Mas por desgracia, el filósofo ha tenido buen cuidado de cerrarnos esta salida, sus palabras no pueden ser mas terminantes.
Napoleon y Descártes son dos genios; y sin embargo en nada se parecen. El genio de la guerra no hubiera comprendido al genio de la filosofía; y si hubiesen conversado un rato, es probable que ambos habrian quedado poco satisfechos, Napoleon no le habria exceptuado entre los que con aire desdeñoso apellidaba ideólogos.
Pero al través de esas explicaciones oscuras ó ambiguas, ¿qué es lo que se descubre? ¿cuál es el pensamiento que se halla en el fondo del sistema de Descartes, prescindiendo de sí él se daba ó nó á sí mismo exacta cuenta de lo que experimentaba? Hélo aquí. «Yo por un esfuerzo de mi espíritu, puedo dudar de la verdad de todo; pero este esfuerzo tiene un límite en mí mismo.
Descartes vino á invertir este órden, pretendiendo que debia procederse de lo interior á lo exterior; su discípulo Malebranche hizo mas: en su concepto, le conviene al entendimiento encerrarse en lo interior, no comunicar con lo exterior sino lo menos posible; segun él, no hay aliento mas nocivo á la salud intelectual que el del mundo de los sentidos; las sensaciones son un perenne manantial de error; y la imaginacion es una hechicera tanto mas peligrosa cuanto que tiene su habitacion á la puerta misma del entendimiento, donde le espera para arrastrarle, con su belleza seductora y brillantes atavíos.
Malebranche se ocupaba en el estudio de las lenguas y de la historia, y no daba muestras de ninguna disposicion muy aventajada, cuando acertó á entrar en la tienda de un librero, donde le cayó en manos el Tratado del hombre de Descártes. Causóle tanta impresion aquella lectura, que se cuenta haber tenido que interrumpirla mas de una vez para calmar los fuertes latidos de su corazon.
Platon, Aristóteles, san Agustin, Abelardo, san Anselmo, santo Tomás de Aquino, Luis Vives, Bacon, Descartes, Malebranche, Leibnitz; todos, cada cual á su manera, se han sentido poseidos de la inspiracion filosófica, que inspiracion hay tambien en la filosofía, é inspiracion sublime.
Como se ve, Descartes no rechaza el que su duda no sea una mera ficcion; hasta dice en términos expresos que no hace mas que aplicar un método cuya necesidad reconocen todos los filósofos.
El argumento de Descartes, si prueba algo, prueba la verdadera infinidad del mundo; pues que si hemos de retirar indefinidamente los límites de este, porque indefinidamente concebimos siempre una extension mas allá de toda otra extension; como por otra parte sabemos que esta serie de conceptos no tiene ningun límite, podemos trasladar desde luego la ilimitacion al objeto que corresponde á los conceptos, y afirmar que la extension del mundo es absolutamente infinita.
Aproximadlos ahora y haced que se comuniquen recíprocamente sus pensamientos; Descártes tendrá á Boileau por muy frívolo, pues que tanto le afecta una imágen bella y oportuna, ó una expresion enérgica y concisa; y Boileau se desquitará á su vez sonriéndose desdeñosamente del filósofo cuya doctrina choca con el sentido comun, y tiende á desencantar la naturaleza.
Palabra del Dia
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