United States or Fiji ? Vote for the TOP Country of the Week !


Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he causado, y olvídelo. Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por , que bien la necesito respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta. Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas encendidas.

Serafina, inglesa, hablaba italiano en los momentos solemnes, cuando quería dar expresión de seriedad a sus palabras; ordinariamente chapurraba español con disparates deliciosos. En inglés no hablaba más que con Mochi. Señorita... eso... no vale nada.... Entre amigos.... Ha estado usted sublime... como siempre.... Es usted un ángel, Serafina.

Por fin se aproximó, acercó una silla y nos pidió con expresión sonriente permiso para terciar en la conversación. ¡Bah! Para lo que decíamos... Elena no está inspirada, y yo he dado prueba de buena voluntad sin resultado. No sin resultado... No puede usted figurarse el placer que me ha producido... Elena dijo aquello con una triste gravedad que quitaba toda trivialidad al cumplido.

Luego se calmó, entregándose a complicados cálculos mentales, mientras repetía pensativo, con expresión de asombro: «¡Trenta!... ¡trenta!

Los tres bajaron conmigo hasta la corralada, desde cuya puerta les di el último adiós, con los ojos y el pensamiento fijos en Lituca, cuya expresión de pena bien sentida le agradecí en el alma.

Además, era demasiado inteligente para seguir los vicios ordinarios chinos de robar, o de mentir mecánicamente. Sea cual fuere la doctrina que practicase, no tenía otro guía que su razón. Opino que no le faltaba sensibilidad, aunque era casi imposible alcanzar de él expresión alguna que la diera a conocer, y debo confesar en conciencia, que tenía apego a los que eran buenos para con él.

«Dadme un pueblo sajón, decía, y seré liberal». Más adelante fue liberal sin que le dieran el pueblo sajón, sino otra cosa que no pertenece a esta historia. Era alto, grueso y no mal formado; tenía la cabeza pequeña, redonda y la frente estrecha; ojos montaraces, sin expresión, asustados, que no movía siempre que quería, sino cuando podía.

La mujer es poco dada a pensar; mas cuando piensa despacio, ¡pobre del hombre! Las ropas que tenía puestas no eran lujosas; el ajuar del cuarto era mezquino, pero ella por la actitud y la expresión de su semblante, parecía una reina destronada, en el instante de concebir el irrevocable propósito de reconquistar lo perdido.

Hacía crujir una uña entre sus dientes con enérgica expresión negativa, y luego iba devolviendo sus preguntas al recién llegado, cuya vida ignoraba más allá de sus aficiones al toreo. ¿Y la familia de usté, güena también?... Vaya, me alegro. Siéntese y tome argo.

Pálido, temblorosa la barba hasta que la sujetó mordiendo el labio inferior, don Fermín miró a su enemigo con asombro y con una expresión de dolor que llenó de alegría el alma torcida del Arcediano.