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Madrid, Abril de 1872. Cesó de quejarse la pobrecita; movió la cabeza, fijando los tristes ojos en las personas que rodeaban su lecho; extinguióse poco á poco su aliento, y expiró. El Ángel de la Guarda, dando un suspiro, alzó el vuelo y se fué.

Poseía, sin embargo, una cierta altivez que podía confundirse con la rusticidad, un orgullo salvaje que a veces coloca Dios en las almas inocentes como ángel custodio; arma que el pudor tiene cuando la naturaleza no le ha otorgado el don de la perspicacia.

Otros tiempos, otras ideas, otro medio social en torno suyo, y Felisa hubiera sido de aquellas visionarias que se atenaceaban los pechos y se abrasaban el rostro para no caer en brazos del ángel malo.

La llama su amiga, su bienhechora, su ángel salvador, en reconocimiento de algunos cuidados que ha recibido de ella durante su enfermedad, y, en efecto, es un ángel esta niña. Yo no me acuerdo haber visto nada más gracioso ni más dulce que sus facciones, nada más atrayente ni más cordial.

¿Y qué crees?, hablando ahora como si estuviéramos delante de un confesor. ¿ qué crees?, ¿es, como quien dice, ángel o qué?

Habíanla escrito de allá, que su hijo estaba enfermo de una afección al pecho; púsose en camino la noche del 12 de febrero en compañía de su hija Susana, joven de dieciséis años, más parecida por su belleza a un ángel que a una criatura humana.

Comenzó a pasar las noches en continuo ensueño, viéndole a él, siempre a él, hermoso como un ángel, asombrando a los hombres con su grandeza; siendo lo más extraño que al día siguiente, contemplándolo en su realidad, lo encontraba no como era, sino embellecido con los mismos atractivos de la nocturna visión. ¡También ! exclamó Maltrana . ¡También sueñas!...

Soy únicamente una pobre mujer: ¡nada de ángel! Además, muy mala; tengo mis remordimientos, como todos. ¡Usted, lady!... volvió á exclamar el príncipe con un gesto de incredulidad. Y ella, para que el otro no dudase, se apresuró á contar el gran pecado de su existencia.

Eso es lo que ella quería saber para acabar de orientarse en aquel laberinto de coincidencias tan de su agrado. Y al fin lo supo también. Ángel la había visto con admiración desde lejos, entre otros que también la admiraban. Por lo que les oyó decir, averiguó que se llamaba Luz, nada más que Luz. ¿Y no era eso bastante?

Vale más que . No es muy guapa; pero es un ángel. Si no vale dos cominos dijo Isidora riéndose descaradamente ante el retrato. ¿Qué entiendes de eso? Esta, esta que ves aquí es mi salvaguardia contra ti; es mi patrona, mi abogada, mi Virgen del Amparo.