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Era una estupidez que persona de tal mérito tuviera que esconder su buena ropa, ponérsela a hurtadillas e inventar mil mentiras para justificar el uso de diversas prendas que parecían ajustadas a su hermoso cuerpo por los mismos ángeles de la moda.

Sea como sea, anteayer tarde fuimos a la huerta de Pepita. Es hermoso sitio, de lo más ameno y pintoresco que puede imaginarse.

Puesto que conocéis á mi hermano, hacedme la merced de indicarme el más corto camino para su casa. Antes de que pudiera contestar el bandolero se oyeron las sonoras notas de una trompa de caza y vió Roger un hermoso caballo blanco que pasó á la carrera entre los árboles á corta distancia, seguido de la traílla y de numerosos cazadores.

Entonces no conocía yo la palabra sublimidad; pero viendo a nuestro comandante comprendí que todos los idiomas deben tener un hermoso vocablo para expresar aquella grandeza de alma que me parecía favor rara vez otorgado por Dios al hombre miserable. Entre tanto, gran parte de los cañones había cesado de hacer fuego, porque la mitad de la gente estaba fuera de combate.

¡Ya lo creo que lo tiene! exclamó Paco. Bien puede usted fiarse de Manuel Antonio, que es voto en la materia. Cualquiera puede distinguir, querido profirió éste, picándose repentinamente. Teniendo ojos en la cara se sabe lo que es hermoso, lo que es feo y lo que es mediano. Y no quiso emplear más saliva en secundar los planes de Paco.

Si se contemplan con recogimiento las iglesias católicas, llenas de pompa y majestad, se admiran los mil detalles de los palacios de la voluptuosidad oriental. Si se aprecia el tipo franco, hermoso y despierto del andaluz de la mejor raza, se lee toda una historia de miserias y delitos, de persecuciones y dolores profundos.

Y al tener de repente la visión clara de su desgracia, al pensar en el pobre Pascualet, que á tales horas estaba aplastado por una masa de tierra húmeda y hedionda, rozando su blanca envoltura con la corrupción de otros cuerpos, acechado por el gusano inmundo, él, tan hermoso, con aquella piel fina por la que resbalaba su callosa mano, con sus pelos rubios que tantas veces había acariciado, sintió como una oleada de plomo que subía y subía desde el estómago á su garganta.

Bueno, saludable, hermoso es lo presente; pero cada vez que considero que puede tener su fin a la hora menos pensada; que los moradores de Peleches desaparecen de aquí; que el palación se cierra y vuelve a dormitar silencioso en sus alturas, ¡ay, qué triste de color lo veo todo! ¡qué negro me parece el solar de los Bermúdez; qué turbio el mar; qué largas las horas, y qué insulsa la vida!

En todas partes parecía hermoso, dominaba a todos con su arrogante figura; allí, en el baile, debajo de aquella araña de cristal, que casi tocaba con la cabeza, era más elegante, más bizarro, más airoso que en cualquier otro sitio.

Me gusta verte así. ¿Hay nada más hermoso que la muerte? ¡Morir, acabar de penar, desprenderse de todas estas miserias, de tantos dolores y de toda la inmundicia terrenal! ¿Hay nada que pueda compararse a este bien supremo?... ¿Concibe el alma nada más sublime? ¿Y después? dijo Fortunata, que aun sabiendo con quién hablaba, oía con mucho gusto aquella manera de considerar la muerte.