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Ea, que estamos en la casa de Dios, señoras dijo Eliseo dando golpes en el suelo con su pata de palo . Guarden respeto y decencia unas para otras, como manda la santísima dotrina». Con esto se produjo el recogimiento y tranquilidad que la vehemencia de algunos alteraba tan a menudo, y entre pedir gimiendo y rezar bostezando se les pasaban las tristes horas.

Vasta tristeza flotaba sobre la ciudad guerrera y monacal, y, en medio de aquel recogimiento, el niño creyó escuchar un coro lejano, un himno alucinante. Eran acaso las monjas agustinas. Por momentos, un hálito sagrado parecía pasar entre las voces y estremecerlas como llamas de cirios. Ramiro recordó las descripciones que su madre le hacía del Paraíso y del Purgatorio.

Educada con el mayor recogimiento, tímida y silenciosa, sin el menor esmero en trajes y tocados de moda y sin desenfado alguno en sus ademanes y conversaciones, la marquesita fue declarada harto injustamente tonta y fea. No era ni lo uno ni lo otro. No avergonzarse, sino bien podía envanecerse quien llegase a tenerla por suya.

Después de comer, o sea a la una de la tarde, me pongo a leer y coser, y después doy lectura al Evangelio meditado, teniendo a mis criados por oyentes. Ya anochecido, voy a la iglesia; la oscuridad parece que ayuda al recogimiento y a la piedad. De esta manera paso la vida mientras mi marido se halla ausente. Mis hijas y yo iremos pronto a tomar el fresco por las orillas del bosque.

Pero sobre todo, ¡qué color incomparable en aquellos rostros, en cuyo cutis parece haberse «disuelto la luz del día»; con qué tranquilidad pasan mostrando los hombros torneados, el seno firme, los brazos de un tejido blanco y unido, la mirada serena, los labios rosados, la frescura de una boca húmeda y un tanto altiva!... Tengo a mi lado, en el stall contiguo, una señora que no me deja oír la música con el recogimiento necesario.

El recogimiento en la reflexión, el asiduo examen interior, el inveterado instinto y la obstinada necesidad de mirar dentro de mismo, lo habían envenenado. ¿Vuelve jamás la gota de agua a parecer líquida perla después de que el ojo armado de una lente ha visto dentro de ella un mundo horrible?

Quedaron remachados los clavos de su cadena. ¡Era suya, enteramente suya! Este pensamiento barrió hasta las últimas nubes que oscurecían su alma. Quedó en una dulce quietud, en un íntimo recogimiento de dicha; le acometieron ansias locas de humildad. ¿Qué le importaba á ella por el mundo? ¿Qué le daba á ella el mundo? Quien la hacía feliz era él. Á él debía, pues, obedecer; él era su rey y señor.

Cuatro mil, cinco mil duros... lo que sea. ¡Eh! ¡Me parece que la solución no es mala! Allí, en el recogimiento, limpiará su alma de culpas.

Si se contemplan con recogimiento las iglesias católicas, llenas de pompa y majestad, se admiran los mil detalles de los palacios de la voluptuosidad oriental. Si se aprecia el tipo franco, hermoso y despierto del andaluz de la mejor raza, se lee toda una historia de miserias y delitos, de persecuciones y dolores profundos.

Tu alma se encontrará sola, cautiva de los negros pensamientos de la gris piedra tumbal; ninguna persona te inquietará en tus horas de recogimiento.