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El P. Salví se encogió de hombros, y añadió con calma: No vale la pena pensar en lo que no puede suceder... Pero puesto que se habla de leyendas, no se olviden ustedes de la más bella por ser la más verdadera, la del milagro de S. Nicolas, las ruinas de cuyo templo habrán ustedes visto. Se la voy á contar al señor Simoun que no debe saberla.

A veces Adán recordaba el manzano del Paraíso y la serpiente enrollada á su tronco que había dado consejos á su mujer, inspirándole estúpidos deseos. Pero al contemplar luego su huerto, se encogía de hombros. La obra de sus manos le parecía más firme y de mayor porvenir que la creación improvisada del Paraíso. Podía sentirse orgulloso de su obra continuó el viejo , pero su trabajo le costaba.

A sus lamentos, acudieron Pampa y la genovesa... En el comedor, la tía Silda echó sobre los hombros de don Pablo el sobretodo, le puso el sombrero de través, y le dió el bastón, por la contera.

Tendréis muchos hijos y, después de una vida larga y dichosa, iréis al cielo. Sorprendiole a Luis aquella resignación y no pudo menos de sentir alguna inquietud. ¿Y serás también feliz? le preguntó tímidamente. ¿Yo?... ¡Qué importa que yo sea feliz o desgraciada! dijo alzando los hombros con ademán desdeñoso. ¡No digas eso, Amalia!

Hullin se había aproximado, muy alegre por aquel incidente, y el cartero Brainstein, con sus recios zapatos humedecidos por la nieve, las manos apoyadas en un garrote y los hombros caídos, permanecía en la puerta con aire de cansancio. La anciana se puso las gafas, abrió la carta con cierto recogimiento, ante las miradas impacientes de Juan Claudio y Luisa, y leyó en alta voz: *

Estas palabras ya no hacían sonreír a los socios del Caballista, sino que las aprobaban con fervorosos gestos, con toda su fe de ricos labradores, que encogían los hombros cuando algún iluso proponía pantanos y canales, y todos los años costeaban grandes fiestas a la Virgen de la Merced, sacándola en rogativa apenas faltaba el agua a sus campos.

Yo lo creo, me contestó, como que es el manto de la Magdalena. ¡¡Pero, señora, le dije con cierta gravedad, el manto de la Magdalena sobre los hombros de una mora!! Ca, no señor, si mañana han de bautizarla. La contestación me pareció tan razonable, y sobre todo fué dicha con tal naturalidad, que comprendí sería perder el tiempo añadir una palabra más en el asunto.

Otros hacían grupos para oír al viajero que contaba lo que venía de ver en la tierra brava de los zapotecas, donde había otro rey que mandaba en los templos y en el mismo palacio real, y no salía nunca a pie, sino en hombros de los sacerdotes, oyendo las súplicas del pueblo, que pedía por su medio los favores al que manda al mundo desde el cielo, y a los reyes en el palacio, y a los otros reyes que andan en hombros de los sacerdotes.

¡Ya pareció aquéllo! dijo el joven con despecho, muy molestado por la agria reprensión. Pues si quieres que no te diga ciertas cosas, procura callarte otras. Pepe Castro se encogió de hombros con superior desdén y se alzó de la silla. Dió algunas vueltas distraídamente por la estancia y paró al fin delante de un cuadrito, que descolgó para sacudirle el polvo con el pañuelo.

15 Y los hijos de los levitas trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras, como lo había mandado Moisés conforme a la palabra del SE