United States or Western Sahara ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ya de quién me habla... Moreno; un pobre hombre, un iluso. No nada de él. Insistió Robledo en sus preguntas, pero le fué imposible á Elena encontrar en su memoria una imagen clara y fija de aquel desaparecido. Creo que murió. Se fué á su tierra, y allá debió morir ¿Dice usted que no volvió nunca?... Pues entonces moriría aquí. Tal vez se mató.

Las sesiones nocturnas en el fumadero, amoríos, golpes, el desafío de Río Janeiro, que por poco me cuesta un pie, millones en oro acuñado debajo de nuestras plantas, un cadáver de iluso echado al mar, quince noches pasadas junto a otro cadáver que también representa millones... ¡qué novela! ¡Y yo que he pasado en Madrid meses y meses de casa al café, del café a la redacción y de la redacción a otros sitios... sin que me ocurriese nada extraordinario!... El único remordimiento que siento después de tantos sucesos es el de mis insolencias involuntarias con la pobre doña Matutina y los sustos que he dado a su guardián. ¡Que ella me perdone! ¡Lástima no habernos conocido un poco antes, para que me hubiese dedicado un pequeño recuerdo en su testamento!...

El general Ortega era un iluso, al que recibía doña Juana con novelesco misterio, vestida de blanco en un salón casi a obscuras, hablándole con voz dulce de ultratumba, como si fuese el ángel del pasado, de la necesidad de volver España a sus antiguas costumbres, barriendo a los liberales y restableciendo el gobierno de los caballeros. «¡Por Dios y por el Rey!...» Ortega fue fusilado en la costa de Cataluña al fracasar su desembarco carlista, y «la Papisa» se quedó en Mallorca, pronta a dar su dinero para nuevas empresas santas.

Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía; otros aseguraban que era un desgraciado, un iluso, que, enloquecido por anteriores triunfos, se había empeñado en sostenerse a la baja, perdiendo su capital y el de sus admiradores, para huir al fin, pobre y avergonzado, sin que su deshonra le valiera nada.

¡Ni que fuese ese hombre el centro de la tierra! ¡Un presidente de República que sólo cuenta con unos miles de soldados.... un catedrático... un iluso!...

Rosas, que tanto lo calumnia, se ahogaría en el lago que podría formar toda la sangre que ha derramado; y los 40 millones de pesos fuertes del Tesoro nacional y los 50 de fortunas particulares que ha consumido en diez años, para sostener la guerra formidable que sus brutalidades han encendido, en manos del fatuo, del iluso Rivadavia, se habrían convertido en canales de navegación, ciudades edificadas y grandes y multiplicados establecimientos de utilidad pública.

Algún día sería un hombre rico, me había profetizado, y yo, en mi ignorancia, había creído entonces que era un soñador, un iluso. Pero al mirar en torno de esa pieza en que estaba ahora de pie y ver ostentándose obras de Murillo y del Tintoretto, que cada una de ellas constituía una pequeña fortuna, me vi obligado a confesar que había cometido un error y que mi desconfianza había sido injusta.

Cervantes reía de él y de su fingida muerte en el límite de los dos hemisferios al relatar «la aventura del barco encantado», cuando Don Quijote y su escudero flotaban sobre el Ebro en un bote sin remos... El iluso paladín creía estar a los pocos minutos de navegación cerca de la línea equinoccial; y para convencerse, recomendaba a Sancho que buscase en sus ropas para ver si encontraba «algo»... «Algo y aun algos», contestaba el escudero socarrón hurgándose el pecho.

Iluso, fanático, vano ... porque sólo vanidad es eso, vanidad de Satán dijo Elías con severidad; y después añadió con más fuerza: Pero yo te sacaré de esa miseria. Estas palabras fueron pronunciadas con tan profundo acento de convicción, que el sobrino no pudo contestarlas, y se hundió más. ¿Qué intentas hacer? ¿Qué esperas? ¿Piensas que esto va á continuar así por mucho tiempo?

¡Desgraciado muchacho! me dijo en tono de dulce compasión . La vida consiste en mil mudanzas dolorosas, y el que confía en la perpetuidad de los sentimientos que le halagan, es como el iluso que viendo las nubes en el horizonte, las cree montañas, hasta que un rayo de luz las desfigura o un soplo de viento las desbarata. Hace dos años, mi hija y erais dos niños desvalidos y abandonados.