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El duque de Lerma, que después de una larga vida de cortesano, que le había hecho práctico en la intriga, llegó á ser árbitro de los destinos de España como ministro universal al advenimiento al trono de Felipe III, se había visto obligado, desde el principio de su privanza, á rodear al rey de hechuras suyas, á intervenir hasta en las interioridades domésticas de la familia real, y, lo que era más fatigoso y difícil, á contrabalancear la influencia de Margarita de Austria que, menos nula que el rey, quería ser reina.

¿De qué se trata? Díjele que iba yo a separarme; que a ello me veía obligado por la necesidad; mis gastos iban siendo mayores cada día, y lo que allí ganaba no me era suficiente para atender a mi familia. Vamos: me interrumpió ¿a qué viene todo eso? Está usted disgustado porque esta mañana.... No; me apresuré a contestar motivo para que usted me reprendiera.

Se trataba de un «sucedido», aunque extremadamente remoto, pues ocurrió algunos años después que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso y condenados á ganar el pan con el sudor de su rostro.... ¡Cómo hubo de trabajar el pobre Adán!... El tío Correa fué enumerando todas las cosas que el primer hombre se vió obligado á improvisar para cumplir sus obligaciones de padre de familia.

Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba, como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Mazzini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo. No por eso la paz había llegado a sus almas.

Porque no estaba Juan: el pleito de los indios, aunque aquellos eran días de receso en tribunales como en escuelas, le había obligado a volver al pueblecito, si no quería que un gamonal del lugar, que tenía grandes amigos en el Gobierno, hurtase con una razón u otra a los indios la tierra que la energía de Juan había logrado al fin les fuese punto menos que reconocida en el pleito.

Miré con ansiedad en derredor, pero me vi obligado a confesar que no distinguía nada que coincidiera con la descripción. Tan abrupto era el obscuro peñasco de piedra caliza que bajaba hasta el agua, que me aproximé a su borde con gran precaución, y después, echándome de bruces, me arrastré y miré por sobre su peligrosa orilla.

Los muchos trabajos que mediaron para fijar el de San Julian, ya en el tiempo que acampó la gente en el Puerto Deseado, donde la poca constancia y sufrimiento del oficial comandante de la tropa, y contador interino, sedujeron é intimidaron á los demas; en términos que por evitar mayores inconvenientes se vió obligado el Super-intendente D. Antonio de Viedma mandarlos á disposicion del Exmo. Sr.

Aquel golpe terrible no anonadó a Currita, ni le infundió tampoco el extraño sentimiento, mezcla de pavor y de ira, que al recibir en Loyola un bofetón semejante la había obligado a confundirse, y a humillarse, y a callar... Detrás de la mano de Pedro Fernández había visto entonces la mano de Dios, que le impedía profanar con el escándalo de su vida su santa casa, y detrás del bofetón del mayordomo de Palacio tan sólo veía la mano del rey, que no era para ella una idea, sino un hombre, contra el cual se podía luchar y al cual se le podía también vencer.

En vano habían pasado dos meses desde que aconteció la tragedia de la infeliz doña Guiomar, que no parecía sino que cada día que pasaba aumentaba el horror que de mismo Cervantes tenía, y su hastío de la vida; y si un día al combés de la galera podía subir a respirar el aire y a aspirar el olor marino, por otros dos o tres veíase obligado a quedarse en el entrepuente, enfermo y sin poder valerse, abrasado por la calentura.

Es cierto, pero suponte que tu padre lleve las cosas a tal punto que te veas obligado a comprometerte con ella y tener que dar las razones. Corta tu lengua y no me mortifiques. Puedo ver los ojos de Nancy tales como me mirarán y ya siento su mano en la mía.