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Actualizado: 17 de septiembre de 2024
En todas partes se encuentran cirujanos franceses; uno que era muy hábil nos tomó á su cargo, y nos curó: y toda mi vida me acordaré de que, así que se cerráron mis llagas, me reqüestó de amores. Nos exhortó luego á tener paciencia, afirmándonos que lo mismo habia sucedido en otros muchos sitios, y que esa era la ley de la guerra.
El mismo Colón nos hace saber que doce años más tarde habían desaparecido las siete octavas partes de la población, y Herrera añade, que al cabo de veinticinco años quedaba reducida de un millón á catorce mil almas. La continuación, todo el mundo la sabe. El minero y el plantador exterminaron un mundo, repoblándolo incesantemente á costa de la sangre negra. ¿Y qué ha sucedido?
A su muerte en 1840, su sobrino, Carlos Antonio López, le sucedió en el poder, siendo a su vez sucedido por su hijo, Francisco Solano López, en 1862. En 1864 el Brasil, el Uruguay y la Argentina se unieron contra Francisco Solano López, quien había enviado un ejército a través de la Argentina para invadir la parte sur del Brasil.
Bajó la cabeza, como para ocultar el llanto, y el movimiento acompasado de sus labios hizo creer á Cristián que estaba rezando. Jacobo, no puedo explicarte cómo ha sucedido todo esto, pero te afirmo que es cierto. Se ha cometido un error que no califico, porque me faltan palabras para ello, pero se ha cometido. Tu inocencia, en la que nadie ha querido creer, es cierta.
Además, que cuando tal le ha acontecido á don Rodrigo, él lo habrá buscado. Acaso tengáis vos la culpa. ¿Yo? ¿le ha sucedido por mí esa desdicha? Si por cierto; mediaban ciertas cartas. ¿Cartas?... De una noble dama... Vos habéis sido imprudente... El cocinero mayor ha llegado á saber lo de las cartas... y un sobrino del cocinero mayor... ¡Qué decís!
Todas las noches, al dar gracias al Señor por el día que había pasado con felicidad, yo pensaba en las cosas que habían sucedido, en lo que había dicho, en lo que había pensado; pero en cuanto a escribir no sabía por qué parte comenzar; pues todos los días eran iguales. Entonces esperé a hallarme en casa; y por fin comencé.
Ten piedad de mí. ¡Si supieras cómo le amo! ¡Sufro tanto! ¿Qué le ha sucedido? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no viene? Un terror loco se apodera de mí. He estado temblando todo el día. Tengo terribles presentimientos. Apiádate de mí, padre; procura tranquilizarme. ¿Te acuerdas de mi madre? ¡Qué hermosa era! ¡Cómo la amabas! EL CONDE. Calmaos, condesa; el deseo de nuestro emperador se cumplirá.
Sólo quedaron con el cadáver, la extranjera, el doctor Bérard, y su colega de la policía, a quien explicaba la inutilidad de toda curación y la rapidez de la muerte; la Baronesa de Börne, que sin que nadie se lo pidiera, informaba de lo sucedido al juez; éste, el Príncipe y el comisario.
Retiróse la duquesa, para saber del paje lo que le había sucedido en el lugar de Sancho, el cual se lo contó muy por estenso, sin dejar circunstancia que no refiriese; diole las bellotas, y más un queso que Teresa le dio, por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón Recibiólo la duquesa con grandísimo gusto, con el cual la dejaremos, por contar el fin que tuvo el gobierno del gran Sancho Panza, flor y espejo de todos los insulanos gobernadores.
Procuré desenojarla, explicándole cómo había ido a ver a su tío Jenaro, en cumplimiento de lo acordado, y lo que con él me había sucedido, aunque ocultándole el incidente del Naranjero. No había para qué inquietarla. Habíamos llegado tarde porque el asunto de las manos atravesadas nos había retenido mucho tiempo. El relato de esto último le causó sensación, aunque menos de lo que yo pensaba.
Palabra del Dia
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