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Actualizado: 29 de septiembre de 2024
¿Qué se me da a mí que me quieran? respondió Marisalada , ¿qué hago yo aquí si no está don Federico? ¡Vamos allá! ¿Conque no vienes aquí sino por ver a don Federico, ingratilla? Y si no, ¿a qué había de venir? contestó María ; ¿a hallarme con Romo, que tiene los ojos, la cara y el alma todo atravesado? ¿Conque esto es que quieres mucho a don Federico? tornó a preguntar la buena anciana.
Por dónde me iba conduciendo el empecatado mediquillo de Tablanca, me sería imposible decirlo ni aun con el plano del terreno a la vista. Alguna vez creí hallarme en un pedazo de senda recorrida días atrás en compañía de don Sabas; pero sin darme tiempo para salir de dudas, dejaba mi conductor aquel camino trillado y echaba por donde menos era de esperarse.
Cuando bajaba de contemplar los mil objetos de arte que encierran los diferentes museos, oí una espantosa gritería que, como una gran bacanal subterránea, ensordecia con sus ecos repetidos por la bóveda sombría. La curiosidad me hizo acercarme, y solo al hallarme en medio de la indescriptible escena pude creer que allí estaba la Bolsa de un país civilizado.
Y, teniéndola bien asida, con voz amorosa y baja le comenzó a decir: -Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced como la que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho, pero ha querido la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde yago tan molido y quebrantado que, aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la vuestra, fuera imposible.
No bien había cedido al cansancio, cuando imaginé hallarme en una profunda obscuridad; reinaba el silencio en torno mío; poco a poco una luz fosfórica fue abriéndose paso lentamente por entre las tinieblas, y una redoma mágica se me fue acercando misteriosamente por sí sola como un luminoso meteoro.
Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes; tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen.
Amaneció claro, el viento por el O fresco. A las nueve y media me hice á la vela: las diez y cuarto viré en vuelta OSO por haber hallado poco fondo: á las diez 1/4 viré en vuelta del N, por la misma razon: las once 1/4 volví á virar por causa de un bajo, y á las doce y cuarto dí fondo por hallarme cercado de infinitos bajos, en 5 brazas de agua lama, habiendo arreciado tanto el viento, que se hallaron á riesgo de perderse las embarcaciones.
Bajo el influjo de la primera impresion creí hallarme en el memorable restaurant Champeaux, plaza de la Bolsa, é hice involuntariamente ademán de irme, pero la memoria de los tres francos me detuvo.
En la parte nueva del castillo se veían algunas luces, y oí también risas y cantos, pareciéndome distinguir entre las voces la de Ruperto Henzar, a quien me figuré excitado por el vino. Descansé un momento, y orientándome pensé que si la descripción hecha por Juan era exacta, debía hallarme en aquel momento al pie de la ventana que buscaba.
Le aseguro que no dejaba de hallarme conmovido, cuando comencé esta mañana, ante un imponente auditorio, la lectura de esta acta irrevocable. Por mi parte interrumpió la señorita de Porhoet no tenía una sola gota de sangre en las venas. La primera parte del contrato, era tan conveniente para el enemigo, que lo creí todo perdido.
Palabra del Dia
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