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A dos horas y media de camino de la ciudad, dejamos la carretera principal, para internarnos por una senda empedrada de témpanos, que sigue la empinada colina que conduce al pueblo de Milly.

11 Me harás saber la senda de la vida; plenitud de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre. 1 Oración de David. Oye, oh SE

Carmencita tendía desolada sus manos en las tinieblas, a tientas en su senda, otra vez nublada por densa nube. Así andando, despavorida entre la sombra, llegó a la parroquia de la aldea, y se arrodilló delante de un confesonario.

El sistema de comunicaciones, desde que el Piamonte ha entrado de buena fe en la senda de un pueblo constitucional, que marcha sin obstáculos á su desenvolvimiento y progreso, ha recibido un impulso importantísimo, que ayudando á su presente enriquece ya el porvenir, porque sabido es que las comunicaciones son hoy una segura fuente de progreso y riqueza.

La senda que habían seguido conducía a la Horse Guard's Parade, y comprendiendo un momento después que mi debilidad no me permitiría caminar más, me vi obligado a volverme hacia las gradas de la columna de York, dejando solo a Reginaldo para que observase todo cuanto pudiese.

Por la puerta es imposible dijo el hombre , pero yo he entrado subiendo por unos agujeros que hay en el muro entre la Puerta de Paganos y la de Mercadal. ¿Pero y los centinelas? No suelen haber muchas veces. Bajaron Martín y Bautista por una senda desde Lanciego a la carretera y llegaron al sitio en donde acampaba el ejército liberal.

En un pueblo turbulento é indócil, este solo anuncio hubiera producido un alboroto, y arrastrado el país al borde de un abismo. Pero la buena índole de sus habitantes, y la prudencia del Cabildo, les hicieron marchar con acierto en una senda nueva y peligrosa.

Comparando este camino con el de Palta-Cueva y con todos los puntos de mi tránsito anterior, me pareció que, si podia continuar por tal senda hasta Moxos, esta nueva direccion reemplazaria á la otra, con la grande ventaja de no exponer á tantísimos peligros, ni al hombre ni á los animales.

En orden á esto hicieron que se escondiesen algunos junto al camino estrecho de una selva por donde habían de pasar los enemigos, y aquí escondidos esperaron hasta que entraron ya por esta senda estrecha, contra quienes luego que fueron descubiertos por entre los árboles, jugaron á su salvo sus flechas envenenadas con ponzoña tan activa, que de recibir la herida á caerse muertos era muy poco lo que pasaba.

Así cayó aquel baluarte poderoso del orden, aquel varón esforzado que en sus luchas incesantes con la pillería de los arrabales tantas veces había caminado por la senda de la victoria. Levantáronlo y lo metieron en la botica de don Matías, que estaba próxima. Desde allí lo condujeron poco después al hospital. La ciudad perdió por algunos días su escudo protector. Porque ni Lucas el Florón ni Pepe la Mota podían competir en energía con