United States or Mauritania ? Vote for the TOP Country of the Week !


En quanto al caballo del rey de reyes, la verdad es que paseándome por las veredas de dicho bosque, noté las señales de las herraduras de un caballo, que estaban todas á igual distancia. Este caballo, dixe, tiene el galope perfecto. En una senda angosta que no tiene mas de dos varas y media de ancho, estaba á izquierda y á derecha barrido el polvo en algunos parages.

La piedra se encuentra aún en su mismo sitio; dar un salto hasta ella, desde la orilla opuesta, no requiere por cierto un esfuerzo extraordinario; cualquier hombre que trace sobre una llanura una senda de un pie de ancho, caminaría por ella sin dificultad; pero colocad una tabla de idéntica dimensión a cien metros de altura, y os ruego que ensayéis...

Babur quiso tomarle a su servicio, pero Morsamor se excusó cortésmente, alegando su honda melancolía y afirmando que su destino le llamaba por muy distinta senda y que él no podía menos de acudir a su misteriosa vocación y de cumplir las órdenes del destino.

En cierta anchura que abría la senda a distancia igual de la aldea y de la bendita capilla, al lado de una fuentecilla fresca, de clara y sonante agua, y bajo la frondosa sombra de dos nogales hermosos, estaba sentado un personaje, no de la mejor catadura, y que por ser sujeto de razonable influencia en este cuento, no será fuera de propósito presentarlo en este punto con ayuda de cuatro pinceladas.

En cambio requería a menudo la luenga espada que pendía del talabarte, autorizando así la minúscula persona, que no semejaba más que cusibel allegado a senda pértiga.

De nuestra tía Encarnación, hazte cuenta de que no existe, porque no la volverás a ver. Eres ya otra persona». Oyó atentamente el muchacho estas advertencias, y se prometió a mismo hacer todo lo posible para entrar con pie derecho en aquella senda de caballería y decencia que su querida hermana le marcara.

Eran las tres de la mañana, la luna en menguante ya, iluminaba los techos de la ciudad dormida, la calle estaba solitaria, los faroles de gas, con su luz roja, titilaban, formando desde la esquina del club hasta el Retiro una senda que parecía alumbrada por candilejas.

Yo sonreí, adivinando la causa de ello: Amaury acababa de llegar. »Entonces volví al salón, pero por otro camino; por una senda oscura, a lo largo del muro. »En ella encontré a Antoñita, que estaba sentada en un banco, sola y muy pensativa. Dos días hacía que tenía el propósito de hablarla, y juzgando el momento favorable, me detuve ante ella. »¡Pobre Antonia!

En el mar el sol trazaba un surco de oro que, semejante a un camino luminoso, empezaba a sus pies, para perderse en la inmensidad; les pareció el símbolo de la senda que se abría para ellos y que seguirían en adelante. Una emoción intensa los embargaba.

Las obras de Juan del Encina y de sus sucesores probarán, que ya á fines del siglo XV se había dado este paso, aunque con pies torpes y vacilantes, y que una vez abierta esta senda, había de andarse cada día con más celeridad y holgura.