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El águila del agua y batalla naval de Lepanto, con licencia de 25 de julio de 1642. Auto de la mesa redonda, año de 1634. La christianísima Lis. El Rey muerto. También tiene el sol menguante. Lo que piensas hago. D. Agustín Durán poseía el manuscrito original de Guevara de El Rey en su imaginación, con licencia de 20 de agosto de 1625 y copias de La creación del mundo; Diego García de Paredes; y

1 El monstruo de la fortuna, de tres ingenios. 2 La Virgen de la Salceda, del maestro León y Calleja. 3 Industrias contra finezas, de D. Agustín Moreto. 4 La dama capitán, fiesta que se representó á S. M., de los Figueroas. 5 También tiene el sol menguante, de tres ingenios. 6 Lo que puede amor y celos, de un ingenio de esta corte. 7 Los amantes de Berona, de D. Cristóbal de Rojas.

La fisonomía tenía grandes pretensiones a la formalidad; pero yo no qué diablos había en aquella cara de luna llena, que me hacía verla en menguante, a pesar de su redondez. Las piernas eran diminutas, pero morrudas, el pie pequeño pero ancho; la cara completamente afeitada y una nariz invasora que hacía contraste con el recogimiento desdeñoso de la del señor flaco que se sentaba a su lado.

Las mareas corren con grande ímpetu á cinco ó seis millas por hora, medidas con la corredera. Observaron que en el plenilunio, la marea comienza á crecer á las siete y cuarto. Entre creciente y menguante, parece se lleva 12 y 3 cuartos de hora.

Á los 22 de junio por la mañana aguardaron la menguante y salieron de sus trincheas por la parte de levante hasta 2.000 hombres, trayendo algunas escalas. Iban tres dellos delante con estandartes en las manos, corriendo hacia las galeras.

Á los cuales meses Inca Yupanqui nombró en la manera que ya habeis oido, y diciendo á estos señores que cadal mes destos tenia treinta dias, y que el año tenia trescientos y sesenta; y porque andando el tiempo no perdiesen la cuenta de estos meses y los tiempos que habia de sembrar y hacer las fiestas, que ya les habia dicho que habia hecho aquellos pachaunanchac, que dice relojes, los cuales habia hecho en estos diez dias que se tardó en no les querer declarar lo que ya habeis oido; los cuales relojes es desta manera: Que todas las mañanas é tardes miraba el sol en todos los meses del año mirando los tiempos del sembrar y cojer, y ansímismo cuando el sol se ponia; y ansímismo miraba la luna cuando era nueva é llena é menguante; los cuales relojes hacia hacer encima de los cerros más altos á la parte do el sol salia y á la parte donde se pone................ .................... ....................

»...O lo ensucie el uso... ¡las cosas que dice uno de repente!... O lo roben los hombres... O... lo... ensucie... el... uso...» Buenos Aires inicia su despertar con roncos e incoherentes movimientos de dormido. Hacia el oriente la vaga y tenue coloración auroral frente a la que las sombras de la noche huyen como arreadas por las guías curvas de una amarillenta luna en su último menguante.

No comieron ese día; pero al regresar jadeando detrás del caballo, los perros no olvidaron aquella sensación de frescura, y a la noche siguiente salían juntos en mudo trote hacia San Ignacio. En la orilla del Yabebirí se detuvieron oliendo el agua y levantando el hocico trémulo a la otra costa. La luna salía entonces, con su amarillenta luz de menguante.

Sólo dos reverberos de gas alumbraban la calle; el portero del hotel había entornado la puerta, y el cuarto menguante de la luna derramaba su suave claridad, permitiendo distinguir claramente los objetos.

Tiago cuando, confiscados los bienes de estos, se vendieron. Como aquel año la Navidad correspondía á luna menguante, reinaba allí oscuridad completa.