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Yo, Somoza, no puedo esperar nada bueno; yo, hombre de ciencia, necesito declarar, primero: que si la niña sigue respirando en aquel medio... no hay salvación, pero si se la saca de allí... tal vez haya esperanza; segundo: que es un crimen, un crimen de lesa humanidad no poner los medios que la ciencia aconseja.... Señor Magistral, usted que es una persona ilustrada, ¿cree usted que la religión consiste en dejarse morir junto a un albañal?

A la vuelta de una de estas excursiones, que le hacían correr el mundo como si fuese su propiedad, recibió por el telégrafo sin hilo la noticia de que Alemania acababa de declarar la guerra á Rusia y á Francia. No experimentó gran extrañeza. Conocía personalmente á Guillermo II. El era la causa de que el príncipe Lubimoff evitase navegar en verano por las costas de Noruega.

Sin embargo, parecía ahora que fríamente había despreciado la deuda de gratitud que tenía para con nosotros, y al mismo tiempo me había impuesto a una obligación no muy fácil de cumplir: la tutela de Mabel, su única hija. Debo declarar que, teniendo en cuenta todas las misteriosas y curiosas circunstancias de lo pasado, la situación, para , estaba muy lejos de ser satisfactoria.

Al dar á luz en el tomo segundo de la BIBLIOTECA HISPANO-ULTRAMARINA el TERCERO LIBRO DE LAS GUERRAS CIVILES DEL PERÚ, el cual se llama LA GUERRA DE QUITO, hecho por Pedro de Cieza de Leon, uno de los que componen la Cuarta parte de su gran CRÓNICA DEL PERÚ, expuse en largo prólogo cuanto sabia de este insigne historiador y se me alcanzaba de sus obras; pero además, dediqué por completo el apéndice 6.º de mi edicion á la Segunda parte de aquélla, que hoy publico con el título que Cieza anunciaba en el Proemio de la Primera, al declarar que en la Segunda trataria "Del señorío de los ingas yupangues, reyes antiguos que fueron del Perú, y de sus grandes hechos y gobernacion; qué número dellos hubo, y los nombres que tuvieron; los templos tan soberbios y suntuosos que edificaron; caminos de extraña grandeza que hicieron y otras cosas grandes que en este reino se hallan.

No era un hombre ilustrado ni mucho menos, pero era más educado, en la verdadera acepción del concepto, que muchos que he conocido ocupando posiciones más elevadas. Sus labios nunca se abrieron para una falsedad, ni para cometer una injusticia, y en la comisaría era como el Evangelio una afirmación que se le oyera, llegándose a decir que era hasta capaz de declarar en contra suya si a mano venía.

Sinembargo, debo declarar que el tal Mohan no me parece un personaje tan absurdo como se cree, si se observa que en résumidas cuentas es el Diablo, pero un diablo poético, altamente romántico, y por lo mismo superior, bajo el punto de vista artístico y espiritual, al prosaico y vulgarísimo diablo en que nos manda creer la santa madre Iglesia.

Los paisanos, temerosos de la venganza, no dieron declaraciones muy explícitas. Martinán, cuya herida cicatrizó antes de los treinta días, no por temor, sino por motivos puramente dialécticos, tampoco quiso declarar contra su agresor. ¿Qué gano yo con que él vaya á presidio? ¿Lo sufrido no está sufrido? ¿Podrá alguien quitármelo?... ¡Pues entonces!... Miseria humana.

A nadie, con todo, se le ha ocurrido declarar que en Alemania agradan los bufos más aún que en Francia; que en Alemania se pirran los hombres por el cancán, y que los que han vencido a los franceses no salían de zurrarse con unas disciplinas, sino de ver bailar el cancán o de bailarle cuando los vencieron.

Debe usted no olvidar continuó Flimnap que nuestro jefe es un gran poeta, el segundo poeta nacional, el que figura después de Golbasto, aunque este versificador sublime, cuando sufre algún apuro pecuniario ó desea un empleo para alguna amiga suya, no tiene inconveniente en declarar á gritos que Momaren es mil veces superior.

Terminadas ya las Córtes de Aragon, no creyó prudente el rey Fernando, detener por mas tiempo su viage, porque ya era sabedor de lo que sucedia con su hija, cuya enagenacion mental se fomentaba cada dia, y era muy posible que el detenerla mas, hubiera sido causa de declarar su locura.