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Sólo dos reverberos de gas alumbraban la calle; el portero del hotel había entornado la puerta, y el cuarto menguante de la luna derramaba su suave claridad, permitiendo distinguir claramente los objetos.

Por respeto a , pues a mis dos acompañantes igual les daba el día que las tinieblas para caminar a pie seguro por aquellas escabrosidades, conservaba Chisco, que nos precedía, el farol encendido en la mano; pero hubiera jurado yo que más que la luz del farol del espolique, me alumbraban las chispas que sacaban de los pedernales del suelo las herraduras del tordillo de don Sabas; el cual don Sabas hacía los imposibles por entretenerme y hasta divertirme durante el paso de aquella negra, áspera e interminable senda; pero ¡ay! sin conseguir su noble y generoso empeño.

Dos o tres lámparas dispersas en el extenso local alumbraban tanto como era necesario nada más el amplio espacio ocupado por las voluminosas máquinas. En aquel momento comenzaba el corte de la treuillée: es decir, se amontonaba la uva ya exprimida y se extendía en forma de poder extraer de ella por nueva presión de máquina el jugo que aún contenía.

Media docena de velas altas y delgadas, de pábilo muy fino, porque fuese mayor su duración, alumbraban a la santa imagen, que era de rostro aniñado y yesoso, excepto en los pómulos, donde tenía fuertes rosetas carminosas.

¿Quién...? ¿él? ¡Estaban frescos! Allí no se daban más copas. Le desacreditaban el establecimiento con sus feas palabras; los guardias le tomarían ojeriza por consentir en su casa tales blasfemias contra la excelentísima corporación, y además esto era lo principal , conocía de antiguo a aquellos parroquianos, que, cuando se alumbraban de veras, costaba un disgusto sacarles el dinero.

Alumbraban unos con huepes, otros con cirios y otros con faroles de papel en astas de caña, rezando á voz en grito el rosario como si riñesen con alguien. Despues venía S. José en modestas andas, con su fisonomía resignada y triste y su baston con flores de azucenas, en medio de dos guardias civiles como si le llevasen preso: ahora comprendía el cochero la espresion de la fisonomía del santo.

Alumbraban aquel árbol de la vida candilejas en tal abundancia, que, según la relación de un convidado de cuatro años, hay allí más lucecitas que estrellas en el cielo. El gozo de la caterva infantil no puede compararse á ningún sentimiento humano: es el gozo inefable de los coros celestiales en presencia del Sumo Bien y de la Belleza Suma.

Cuando Paquito Luján llegó a su casa comenzaba a oscurecer, y la escalera y el vestíbulo estaban ya completamente iluminados: cuatro grandes estatuas desnudas, de mármol blanco, alumbraban este y aquella, elevando sus manos artísticos candelabros de bronce con seis mecheros.

Cien magníficas farolas alumbraban la plaza del arco del Triunfo; están encendidos todos los faroles que se extienden, en dos líneas simétricas, hasta el jardin de las Tullerías; veo á lo léjos tres variados grupos de luces, como si fuesen otras tantas hogueras: eran los tres cafés cantantes de los Campos Elíseos; veo tambien profusamente iluminada la puerta del baile de Mabille, del castillo de las flores.... Esto no es un paraje público, no es un paseo; es un teatro; más que un teatro, una especie de encantamiento.

Adriana buscó un rincón de penumbra y se recogió bajo una Virgen en cuya cara pintada groseramente habían figurado lágrimas de cristal. El hombre vino, caminando sin ruido; con su largo palo apagó, por encima de Adriana, los dos cirios que alumbraban el pobre altar. Ella se anegó en una vaguedad dulce y profunda.