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Actualizado: 22 de septiembre de 2024
El viejo Cristo de marfil que adorna las desnudas paredes de tu cuarto, aquél que obró el milagro de los peces y de los panes ácimos, que serenó el tumulto de los mares con la caricia de sus pies descalzos, y en su doctrina de piedad y amores perdonó a Magdalena sus pecados.
Romanos armados salen de detrás de la montaña, arrastrando a las sabinas robadas, bellas mujeres, medio desnudas, que se resisten, gritan, muerden las manos de sus raptores. Sólo hay una que permanece del todo tranquila, y se diría que duerme en los brazos del romano que la lleva.
Poco le faltaba aquella mañana para figurarse que todo Madrid la compadecía, que era el ídolo de multitudes, que se hacía interesantísima, que era un tipo novelesco, y aun que salían por aquí y por allá bravos caballeros dispuestos a hacer cualquier barrabasada por sacarla de aquel mal paso. ¡Pero qué feo, qué desmantelado el cuarto! ¡Qué cama, que muebles, qué desnudas paredes!
Una noche, mientras sostenía con Magdalena animada conversación a media voz, viósele ofrecerle ambas manos en actitud de cordial amistad. Ella miró en torno suyo como si quisiera tomarnos a todos por testigos de lo que iba a hacer, se puso de pie y sin pronunciar palabra, pero acompañando su ademán de la más cándida y graciosa de las sonrisas, posó a su vez ambas manos desnudas en las del Conde.
Aquí también las plantas desnudas, los álamos, los chopos, las acacias y otros mil árboles de sombra vuelven a vestirse de hojas verdes, y florecen el almendro y la higuera y los demás frutales, y nos dan el fruto con la poesía de la esperanza.
El océano estaba tranquilo en las cercanías de San-Thomas, y no comenzó á mostrarse agitado sino á una considerable distancia, perdidas ya de vista las desnudas islas de Monserrate, Santa-Cruz y otras de menor importancia, que se destacan como altas colinas escarpadas ó como sombras confusas á uno y otro lado de la ruta que siguen los vapores.
Mientras tanto, varios centenares de hembras guerreras se despojaban tranquilamente de sus uniformes, y unas en simples calzoncillos, otras completamente desnudas, se lanzaron al agua, haciendo alegres suertes de natación.
De ver era las dos fuertes, membrudas, De solas sus macanas arreadas, Que no tienen mas armas, que desnudas, Al fin en el palenque ya encerradas, Comienzan de herir sus carnes crudas, Y dándose muy bravas cuchilladas, En sangre convertian tierra y suelo, Y sus golpes sonaban hasta el cielo.
Los salones, con pavimento de mármol multicolor y techos mitológicos pintados al fresco, tenían las paredes desnudas, marcándose en su polvorienta palidez la huella de los cuadros célebres que las adornaban en otra época, hasta que fueron vendidos á los anticuarios de Florencia.
La vegetación en general se resentía de la mala calidad del suelo, los herbajes eran cortos y pobres y de trecho en trecho se veían algunos viejos robles de tronco rugoso y cubierto de liquen, mostrando en parte sus ramas desnudas de todo follaje.
Palabra del Dia
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