United States or South Africa ? Vote for the TOP Country of the Week !


En esto se huyó un cristiano del armada: dijo la falta que tenían de vituallas, por lo que tenía por cierto que se irían muy presto. A los 23, ya tarde, arremetieron por la parte de Levante al caballero de Gonzaga y á la cortina que estaba hasta el de La Cerda, y teniendo tan buena entrada, no tardaron de subir arriba.

Dicen que esta providencia fué dirigida á meter en codicia á los cristianos de dedicarse al comercio i contratacion en las ciudades marítimas de Levante: donde surgian naves cargadas de toda suerte de mercaderías venidas de los reinos estraños: las cuales eran compradas primeramente por los hebreos, los únicos ó los mas que traficaban entonces en España; puesto que la mayor parte de los godos, i muchisimos españoles, ya unidos á ellos por los vínculos de parentesco i amistad, solo se ocupaban en envolver el reino en guerras civiles, i en elegir i en destronar reyes.

Si no duermo, vale más que encienda luz y me levante, y abra el balcón y me asome a él... Pero no, tendré frío, me constiparé, cogeré una inflamación, una erisipela. ¡Ay, qué horror! Me pondré tan fea..., y es lástima, ¡porque soy tan guapa, me estoy poniendo... divina!

Con esto se acabaron de desnudar, acostáronse, mataron la luz, y dormíme yo, que me parecía que estaba con mi padre y mis hermanos. Debían de ser las doce cuando el uno de ellos me despertó a puros gritos, diciendo: ¡Ay, que me matan! ¡Ladrones! Sonaban en su cama, entre estas voces, unos golpazos de látigo. Yo levanté la cabeza y dije: ¿Qué es eso?

Medina cuenta en el Regimiento de navegación impreso «a la gloria de Dios nuestro Señor y de su benditísima madre y para provecho e utilidad de los navegantes», que como antiguamente no había otra navegación sino de Flandes á Levante, y las agujas en Flandes y en Francia se comenzaron á hacer, y de allí fué el principio de poner flor de lis por cabeza en el Norte, así se pone.

Me levanté, apoyándome en el codo, y sorprendida separé los cabellos que me caían sobre la cara, para ver mejor a mi prima. Desde aquel instante, Blanca se vino a bajo, para mi, de las nubes olímpicas en que la había colocado, y descubrí bajo aquel cuerpo de Juno, una niña que no volvería jamás a intimidarme.

«Oh, en este siglo, gritaba Foja en el Casino, en este siglo calumniado por los enemigos de todo progreso, en este siglo materialista y corrompido, no se puede ya impunemente insultar los sentimientos filantrópicos del pueblo, sin que una voz unánime se levante a protestar en nombre de la humanidad ultrajada.

Al fin, me levanté bruscamente, y respondí a todos: Tengo veinte años, soy noble, y necesito alcanzar gloria y honores. Déjenme, pues, que parta. Y acto seguido me lancé al patio. Iba a montar en la silla de posta cuando apareció en el descanso de la escalera una joven. Era Enriqueta. No lloraba, no pronunciaba una palabra. Pero estaba pálida y temblorosa, y apenas podía sostenerse.

El viento había barrido los nubarrones hacia el poniente y dejaba en la parte de levante una claraboya por donde surgía esplendoroso el disco del sol. Aquella visión le apartó del mísero cuidado que ocupaba su mente. Sintió un estremecimiento y cayó de nuevo en la idea fija, terrible, que desde hacía algunos días le roía el corazón.

Su cabeza se desvaneció en lluvia de polvo, y su enorme cadáver cayó a mis pies como las murallas de un alcázar. Entonces respiré, levanté los ojos y los fijé fieramente en las estrellas, y todas las estrellas fijaban sobre sus ojos de oro, pues en el desierto nadie había sino yo. ¡Oh, cuán dulce es respirar aquí con toda la holgura de su pecho!