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Pues llevarla a su casa Cervantes, no podía ser, que él vivía con tres camaradas, el mejor de los cuales no le hubiera querido el diablo por empeño, y hubiera sido como meter una paloma en un nido de gavilanes.

Yo pensaba en mi ánima que sólo podía saber aquello que tocaba a sus caballerías, pero no hay cosa donde no pique y deje de meter su cucharada. Murmuraba esto algo Sancho, y entreoyóle su señor, y preguntóle: ¿Qué murmuras, Sancho?

¡Carma, Juan! No embarullarse. «¡Mardita sea!...» ¿Y siempre le iba a ocurrir lo mismo? ¿Era que ya no podría meter el brazo entre los cuernos, como en otros tiempos, clavando el estoque hasta la cruz? ¿Iba a pasarse el resto de su vida haciendo reír a los públicos?... ¡Un buey, al que habían tenido que dar fuego!...

No se nos ha pasado por la tela del juicio dárselo, por supuesto; pero si se lo diéramos, se quedaría con ello, y pediría en seguida a otra persona. Ayer, cuando me vino con la embajada de meter la cama de usted en mi cuarto, estuve a punto de incomodarme de veras y dejar la casa. Hubiera usted hecho bien. Si usted se incomoda de veras, le deja en paz a escape.

Y pues que á Chile cupo tal belleza De pluma, de valor, de cortesia, No es justo que se atreva mi rudeza Decir de Chile cosa: que seria Muy loca presumpcion y gran simpleza Meter hoz en la mies no siendo mia.

¿Qué buscas aquí, niña? dijo con enfado a Isabelita que iba, como de costumbre, a meter su hocico en todo . Vete a acompañar a papá, que está solito. Encerrose en el Camón para evitar indiscreciones, y allí arrugaba el papel, dejándolo como una bola. Luego lo estiraba, lo planchaba con la palma de la mano, hasta que los repetidos estrujones le daban la deseada flexibilidad.

Llegaron las nuevas de estos desmanes al rei don Juan I.º, el cual no halló otro arbitrio para poner freno á aquella canalla bulliciosa que enviar cartas al dean i cabildo de la Santa Iglesia, encareciéndoles la necesidad de meter en pretina al arcediano don Fernando Martinez, autor con sus palabras tan fuera de razon i cordura, de aquellos males i alteraciones.

Con esto pasó adelante á meter el socorro en Philadelphia, que era el principal intento que llevaban, Caramano Alisurio que la tenía sitiada, cuyo gobierno se extendía por esta Provincia, con el aviso que tuvo de la venida del ejército de los Catalanes, levantó el sitio con la mayor parte de su ejército, y caminó la vuelta de ellos, con deseo de vengar la rota del año antes que los Catalanes dieron á sus compañeros.

Y bien, como la deuda no podía saldarla, y el pagaré, protestado, iría a parar a manos de don Bernardino, si no estaba ya en su poder, quedábanle a él dos caminos: o dejarse meter en la Penitenciaría o saltarse los sesos... Misia Casilda dió un grito y le abrazó, aterrada.

Se puede un hombre divertir, correr guasas y gozar del mundo sin meter la pata, ¿sabes? ¿Qué gracia tiene correr hoy una juerga y mañana que le corran á uno en pelo los guardias? Es menester que dejes á esos andrajosos con quien andas, que no pueden darte más que desazones. Reúnete con hombres regulares que tengan un duro en el bolsillo y sepan gastarlo con los amigos...