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Adelantos de la misión. Oposición de los macambas. Saipan y Rota. Los urritaos. Tradiciones usos y costumbres. Colegio de San Juan de Lotrán. Crónicas de los jesuítas Hostilidades. Asesinato de San Vítores. Una modesta cruz. Los Padres Solano y Ezguerra. El almirante Coello. Nuevos asesinatos. Represalias. D. Juan Santiago. El Gobernador Irrisari. Descubrimientos al Norte de Agaña.

El viejo navío, como un corcel espantado, se negaba a obedecer; el viento y el mar, que corrían con impetuosa furia de Sur a Norte, lo arrastraban, sin que la ciencia náutica pudiese nada para impedirlo. No tardamos en rebasar de la bahía. A nuestra derecha quedó bien pronto Rota, Punta Candor, Punta de Meca, Regla y Chipiona.

Ha insultado usted á un jefe dijo el suboficial rudamente , y es indudable que lo fusilarán al amanecer... Su única salvación consiste en que siga la fiesta y le olviden. Como la puerta estaba rota, lo mismo que todas las del castillo, hizo colocar ante ella un montón de muebles y cajones. Don Marcelo pasó el resto de la noche atormentado por el frío.

Las sillas estaban en desorden; sobre la alfombra yacían dos o tres libros, pedazos de papel, barro del Vivero, hojas de flores, y una rota de Begonia, como un pedazo de brocado viejo. Parecía el salón fatigado. Las figuras de los cromos finos y provocativos de la Marquesa reían con sus posturas de falsa gracia violentas y amaneradas.

Los Turcos de los fuertes, sabida la rota, los desampararon, y fueron siguiendo su Capitan vencido. Fué la presa y lo que se ganó en esta batalla, segun Montaner, de mucha consideracion. Con esta victoria comenzaron á levantar cabeza las ciudades de Asia, viendo que los nuestros habian dado principio á su libertad, que los Turcos tenian tan oprimida.

2 Y en el undécimo año de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve del mes, fue rota la ciudad; 3 y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y asentaron a la puerta del medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim, y Rabsaris, Nergal-sarezer, Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia.

Hundida en su asiento, la niña de Luzmela posaba una mirada átona y errante sobre la tristeza helada del salón enorme, y oyó vagamente alzarse en el silencio sepulcral de la casa un tarareo gangoso seguido de una escala vocal rota y aceda. Carmen pensó: doña Rebeca canta y corre y se ríe.... ¡Lo mismo que el padrino!... Y cerró los ojos, cansados de mirar realidades y visiones de tragedia....

Trotaron los caballos, se alejó en salvo el coche, y a su espalda, ya lejos, arreció el rumor formidable del motín, semejante al ruido de una presa cuando rota la esclusa se precipita el agua en oleadas de espuma sucia y turbulenta. Desde que la mano levantaba el pegado cortinón de alfombra, reforzado con tiras de cuero, quedaban los ojos deslumbrados. La iglesia estaba hecha un ascua de oro.

Era muy gruesa y además bastante sólida. ¡También ha desaparecido la de proa! gritó Cornelio, que había subido también al castillo. Van-Stael se asomó a la proa y vió que, en efecto, estaba también rota la cadena de la segunda ancla. Sólo había un pedazo de ella pendiente del escobén. El último anillo parecía haber sido roto a hachazos.

A la entrada del lugar, algunas tapias medio derruidas y varias fachadas conservaban señales de balazos: en un cerro cercano se divisaba tierra removida, piedras hacinadas como para formar parapeto, restos de una cureña rota, varios radios de una rueda quemada en una hoguera, cuyas cenizas aún no había esparcido el viento, y un par de sacos, acaso olvidados en la fuga.