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Hay en Francia familias como ésta, muchas, muchas más de lo que se cree; nuestro país se ve calumniado cruelmente por ciertos novelistas que hacen de él pinturas violentas y exageradas. Verdad es que la historia de la gente buena es con frecuencia monótona o dolorosa, como lo prueba esta narración. El dolor de Juan fue un dolor de hombre. Durante largo tiempo permaneció triste y silencioso.

Hay épocas en que la razon se ofusca al contemplar objetos nuevos é inusitados; y expuesto el hombre mas juicioso á una serie continua de impresiones violentas, deja de analizarlas, y baja insensiblemente al nivel de las inteligencias vulgares, que todo lo ponderan y admiran.

Y sin embargo, de los tales sucesos y personas, que aparecen vulgarísimos al empezar la narración, brota y se desenvuelve luego la encantadora poesía. Don Antonio, el principal personaje, el dueño de los cuatro ochavos, se nos muestra al principio tímido, engreído con sus riquezas, egoísta y hasta pervertido y vicioso, no arrastrado por pasiones violentas, sino por debilidad de carácter.

Momentos después Marta oyó los ecos de una voz irritada, y apenas hubo dicho algunas palabras la voz más agria aun de la condesa se mezcló a sus amenazas; ora era un rumor sordo; ora era una tempestad que iba siempre creciendo; hubo momentos en que hasta el piso temblaba al choque de violentas patadas.

Mientras la noche descendía sobre el campamento, unas pocas luces brillaban, al través de la neblina, desde las ventanas de las cabañas a entrambos lados del camino, surcado a la sazón por riachuelos desordenados y azotado por violentas ventoleras.

Aquí las carcajadas del gitano fueron tan violentas que resonaron por encima del ruido de la tempestad eme mugía fuera, con gran confusión del pobre Blasillo, que le miraba con aire de disgusto y de estrañeza. El gitano lo advirtió. Perdón, Blasillo, perdón, hijo mío; pero tu ingenua admiración por ese dulce país de Francia, como le llaman, ¡me ha recordado tantas cosas!...

Si me la veo delante, digo, y me viene con palabras superfirolíticas... la trinco por el moño y así, así, le doy cuatro vueltas hasta que la acogoto...». Uniendo la acción a la palabra, Mauricia hacía contorsiones violentas, se destapaba, rechinaba los dientes... no pudiendo sujetarla Fortunata, llamó a Severiana: «¡Ay, venga usted!

Todo lo que podemos desear es que su herida sea larga, que se esconda por mucho tiempo y no la vean nunca las generaciones que guardarán todavía nuestro recuerdo. La guerra Iba ascendiendo don Marcelo por una montaña cubierta de arboleda. El bosque ofrecía una trágica desolación. Se había inmovilizado en él una tempestad muda, fijándolo todo en posiciones violentas, antinaturales.

Un prestidigitador vulgar produce extraordinaria agitación y ocasiona largas y violentas disputas en el casino, en los cafés, en las tertulias de las tiendas, y encauza el gusto y la fantasía de los peñascos por distintos derroteros. Durante seis meses los peñascos no se ocuparon apenas en otra cosa que en magnetizarse los unos a los otros.

La brionia, y á veces el cólchico, tienen una indicacion evidente en las afecciones francamente reumáticas y gotosas del corazon, cuando hay eretismo febril, neuralgia, punzadas violentas con síntomas graves como el desfallecimiento.