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Si nos atenemos á las exageradas alabanzas de sus contemporáneos , hubo de ser Miguel Sánchez poeta mucho más importante. Era vallisoletano, y secretario del obispo de Cuenca. Según se deduce de las palabras de Lope en su Nuevo arte de hacer comedias, no vivía ya en el año de 1609. Llamábanle el divino sus admiradores.

Es innegable que revela en ella talento poco común para la pintura de exageraciones y defectos ridículos; es, con toda verdad, una comedia que hace desternillarse de risa, y la más recomendable para aquéllos, en cuya opinión la comedia no debe producir otro resultado que excitar nuestra hilaridad con exceso; pero su objeto más elevado, aun sin formular pretensiones exageradas, no queda satisfecho de este modo.

Pedir al público, así que pase la novedad, que lea una producción de exageradas dimensiones, cuando tantas otras reclaman su atención y su tiempo, me parece inútil y hasta ridículo. No doy esto como principio absoluto, porque bien puede aparecer una obra de tan subido mérito que, larga ó corta, se lea por los siglos de los siglos. Sólo me refiero á la producción ordinaria.

No es fácil decir si en la época en que lo presentamos era verdadero demagogo ó simplemente un absolutista disfrazado, como otros muchos. Lo cierto es que hacía alarde de las más exageradas opiniones, y sus discursos, pronunciados en Lorencini, eran elocuentes y fanáticos. Conspiró mucho con los liberales exaltados contra el gobierno Feliú, y después contra el gobierno de Martínez de la Rosa.

El cura aragonés se había dejado arrebatar por otra devota millonaria, fatigado sin duda de las exageradas comodidades que le proporcionaba su penitente y de las observaciones astronómicas sobre los tejados de los Campos Elíseos. Ahora tenía alojado en su vivienda á un monseñor, obispo in pártibus, que canalizaba el dinero de la viuda hacia muchas obras pías de su invención.

A menudo se arrimaba a Manolita un señorito muy planchado y tieso, con cierto empaque ridículo y exageradas pretensiones de elegancia: llamábase don Víctor de la Formoseda y estudiaba derecho en la Universidad; don Manuel Pardo le veía gustoso acercarse a sus hijas, por ser el señorito de la Formoseda de muy limpio solar montañés, y no despreciable caudal.

Serías la víctima candorosa de ciertas invenciones poéticas, falsas o exageradas, que deleitan mucho en el día, como, por ejemplo, la famosa Questión de Amor. Indigno de ti y más que ridículo sería que te empeñases en traer a la vida real los ensueños de la fantasía y en convertir las flores retóricas en hechos.

Los dueños duermen con las gallinas, el cerdo y el caballo: la miseria y el descuido de los rústicos en casi todos los países. Se le ocurre á usted que con poco dinero podría crearse allí un retiro campestre. Estas buenas gentes no deben pedir mucho, por exageradas que sean sus pretensiones.

Al llegar al alojamiento encontró en el vestíbulo a muchos admiradores deseosos de abrazarle. Hablaban de sus hazañas con tales hipérboles, que parecían distintas, exageradas y desfiguradas por los comentarios en el corto trayecto de la plaza al hotel.

Sus atenciones, sus frases de cariño eran exageradas unas veces: quería borrar con ellas el pensamiento que claramente leía en los ojos de aquélla. Otras veces, imaginando que podrían servir para que sospechase de su sinceridad, las atajaba de golpe y tomaba una actitud indiferente y fría.