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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Era una niña encantadora, que se reía hasta desternillarse cuando caía cualquier objeto al suelo, y decía ya papá y mamá correctamente y con propiedad. Al mismo tiempo demostraba felices y excepcionales disposiciones para la música clásica.

Julita se arrimaba a la pared, sujetándose la cintura con las manos para no desternillarse de risa. Enrique de pie, cerca de la puerta, sonreía un poco avergonzado. Miguel siguió al instante el ejemplo de su hermana. La cosa no merece tanta risa concluyó por decir el primo, amostazado. Pero ni Julia ni Miguel hicieron caso.

Esto que excita tu risa, es una cosa gravísima que puede decidir de tu felicidad y de la mía... Ventura dió por toda contestación otra carcajada, y después otra. Parecía desternillarse de risa. Mas aquellas carcajadas no salían de adentro. Gonzalo notaba su afectación perfectamente. ¡Cuidado, Ventura, cuidado! exclamó con el rostro demudado. ¡Mira que estoy hablando en serio!

Lo mejor es pensar siempre en cosas alegres, en los teatros, en los toros, en las sesiones del Congreso... ¡Ay!, yo me muero por las sesiones del Congreso. Es cosa que enamora ver a aquellos señores que hablan tan bien y sin equivocarse. Unas veces se enfadan y echan fuego por los ojos como si les hubiesen quitado la cartera, otras lo toman a broma y hacen desternillarse de risa a todo el mundo.

Luego salían, iban a echar una ojeada a la trinchera, volvían a calentarse, y todo el mundo, al recordar a Riffi, sus alaridos cuando se le iba el caballo y sus gritos de angustia, se reía hasta desternillarse. Eran las once. Aquellas idas y venidas duraron hasta mediodía, momento en que Marcos Divès penetró rápidamente en la sala gritando: ¡Hullin! ¿Dónde está Hullin? Aquí estoy. ¡Pronto, ven!

Era cosa de caérsele á uno la baba el oir á dos marinos hablar entre en el caló, cuyas muestras he presentado; y si la conversación versaba sobre costumbres de lejanos países, como la costa de África, adonde iban algunos, ó Sierra-Leona, adonde los llevaban los cruceros ingleses, había para desternillarse de risa.

Reían hasta desternillarse las cuchufletas del Kladderadatsch, esas burdas chacotas berlinesas tan pesadas como el famoso martillo-pilón de la fábrica de Krupp, de cincuenta mil kilogramos. No dudando nadie acerca de la próxima entrada de los prusianos, cada cual preparábase a recibirlos bien. Las cervecerías almacenaban gran número de salchichas y de cochinillos de leche.

Las señoras decían, medio en broma, medio en serio, que aquello no se podía sufrir. D.ª Feliciana odiaba á D.ª Faustina con todo su corazón, pero se reprimía. Después que el orden se hubo restablecido, Carmen se puso á charlar como una cotorra con Paco Ruiz. Los chistes del jugador la hacían desternillarse de risa, hasta el punto de que algunas veces le mandaba callar, porque le dolía el pecho.

Es innegable que revela en ella talento poco común para la pintura de exageraciones y defectos ridículos; es, con toda verdad, una comedia que hace desternillarse de risa, y la más recomendable para aquéllos, en cuya opinión la comedia no debe producir otro resultado que excitar nuestra hilaridad con exceso; pero su objeto más elevado, aun sin formular pretensiones exageradas, no queda satisfecho de este modo.

Palabra del Dia

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