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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Miraba de vez en cuando al cielo, y de vez en cuando á la tierra, para ver, ya las estrellas, ya los simones. Alejo estudiaba abogacía, lo cual le aburría mucho, y no tenía más distracción que asomarse al ventanillo de su tugurio. ¿Describiré la habitación de esta desventurada excrecencia de la sociedad? : voy á describirla.

Luego de las corridas de Madrid debía torear en todas las plazas de España. Su apoderado estudiaba los horarios de los ferrocarriles, entregándose a interminables cálculos que habían de servir de guía a su matador. Gallardo marchaba de éxito en éxito. Nunca se había sentido tan animoso. Parecía que llevaba dentro de él una nueva fuerza.

Y en verdad que le cuadraba admirablemente el nombre; porque la niña revoloteaba sin cesar dentro de él, moviendo los muebles y trasladando los objetos de un sitio a otro, tan inquieta y nerviosa como un pájaro. Para que la semejanza fuese más completa, cuando la familia se hallaba en el comedor oíanse muchas veces los trinos lejanos de alguna cavatina o romanza que estudiaba.

Aresti se encogió de hombros. No le molestaba ninguna de aquellas fiestas: eran para él espectáculos curiosos, en los que estudiaba el afán por lo extraordinario, por las protecciones ocultas que experimentan la debilidad y la ignorancia.

A mi vez, yo estudiaba un poco al don Salvador que acababa de echar pie a tierra, aunque conversando aún en la mano las riendas de su mula, pequeña, fuerte, de un color casi negro y vuelta ya a la vulgaridad de su especie, después de los pasajeros resplandores de la cumbre.

Todo el año emplea ARISTON en averiguar si Ciceron estudiaba sentado, ó paseando, si los vestidos que usaba eran varios, ó uniformes.

Sabía esconder su astuta malicia bajo apariencias agradables; a los diez y seis años engañaba a sus madres como si fueran niñas; traía falsos certificados de exámenes; estudiaba por apuntes de los compañeros, porque vendía los libros que se le habían comprado.

En aquella noche, mientras representaban Les Cloches de Corneville, Basilio estudiaba delante de una vieja mesa, á la luz de una lámpara de aceite, cuya pantalla de cristal opaco sumía en media claridad su melancólico semblante.

El bigardón aquel no carecía de atractivos: estudiaba en la Universidad y sabía mil cosas bonitas que Obdulia ignoraba, y fueron para ella como una revelación. Literatura y poesía, versitos, mil baratijas del humano saber pasaron de él a ella en cartitas, entrevistas y honestos encuentros.

El niño estudiaba leyes y sería abogado, y estamparía su título sobre plancha de bronce, en la puerta de calle, como muestra de sacamuelas. Y esto tenía que ser el punto de partida de sus brillantes destinos.

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