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Pero la obedecía a medias, mirándola con malicia, y suspendiendo su movimiento de ataque. «Ya me conoce pensaba ella . Ya sabe que soy su mamá, que lo seré de veras... Ya, ya le educaré yo como es debido».

Al principio, mucho; después, ni una palabra. Vivían en Madrid los dos juntos, recatándose de la gente, en santa tranquilidad, como si fuesen marido y mujer. Esto duró algún tiempo, y yo misma, al saber tales cosas, dudaba de mi malicia, pensando si el muy condenado se habría vuelto buena persona y acabaría casándose con Sagrario. Pero al año se terminó todo.

Todos, por serios que parezcan, son en el fondo unos perdidos. ¡Qué lástima! Un abogado tan eminente... ¡El dinero que podría ganar!... Las lamentaciones del padre abrieron nuevos horizontes á la malicia del pequeño. De un golpe abarcó el móvil principal de nuestra existencia, que hasta entonces sólo había columbrado envuelto en misterios.

Fuerza era que en tan deliciosos cuidados te asaltase la ocasión del amor; pero en tu carta, imponiéndome menudamente de lo que juzgas por más sustancial, callas, acaso con malicia, la relación más interesante para tu amigo.

Sus ojos chispeaban ciertamente de malicia bajo los párpados devotamente bajos y la sonrisa de sus delgados labios debía de ser agria.

-Eso no es el mío -respondió Sancho-: digo, que no tiene nada de bellaco; antes tiene una alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna: un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día; y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga.

EVARISTA, DON URBANO, sentados junto a la mesa despachando asuntos; BALBINA, que sirve a la señora una taza de caldo. Ya lo sabes. Que nos parece bien el plano y presupuesto, y que ya nos entenderemos con el contratista. EVARISTA. No importa. Aún nos sobra dinero para la continuación del Socorro. BALBINA. Ya vigilo, señora. Este juego de la señorita Electra creo yo que no trae malicia.

Sus ojos brillaban con un fuego especial de malicia y triunfo. A veces, sus labios se contraían con leve sonrisa inmotivada. Le hablé del duque y le expresé mi sospecha de que no estuviese verdaderamente enamorado de Isabel. Al mismo tiempo añadí , ¿sabe usted lo que se me figura?... Que la condesita tampoco le profesa un amor muy entrañable...

En el óvalo pálido, que resalta sobre la sombra de los cabellos, ve brillar dos ojos negros picarescos que le miran con malicia de gata joven. De pronto deja de silbar; entonces suena en su oído una risa burlona, y la voz alegre de su cuñada le dice: Vamos, Juan, continúa. Y, como él no quiere acceder a esa petición, la joven frunce los labios y se pone a silbar imperfectamente algunas notas.

¿Te ha gustado el arreglo de tu cuarto? continuó ella, al mismo tiempo que por sus ojos dulces y tristes pasaba un débil fulgor de malicia. A guisa de respuesta posé humildemente en sus labios un beso de agradecimiento. ¡, bésame, bésame otra vez! dijo ella. Tu boca es tan bella, tan ardiente: da calor al cuerpo y al alma. Y un nuevo calofrío la sacudió. Un instante después entró Roberto.