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No por cierto, señores, no ha nacido Nuestra desenvoltura de ocasiones Lascivas segun dan las muestras dello, Sino que á Silvia le rogaba ahora Me hiciese una merced, que ha muchos dias Que se la pido, y no por mi interese, Y ella tambien á me havia persuadido Que un servicio le hiciese, que conviene Para servir mejor la casa vuestra, Y por havernos concedido entrambos Aquello que pedia el uno al otro, En señal de contento nos hallastes De aquel modo que vistes, abrazados, Sin manchar los honestos pensamientos.

Tranquilo por esta parte Butrón, quiso, sin embargo, asegurar más y más al partido la alianza preciosa de Currita; porque hay ciertas políticas indecorosas y a la larga funestas, que, aun tendiendo a fines honestos, no saben prescindir de individualidades asquerosas.

Y ellos, aprovechando, como expertos y hábiles pastores, el carácter y condición de cada oveja, solían estimularlas por medio de acertados manejos, ora halagando su amor propio, ora mortificándolo unas veces con celos, otras con saludable frialdad, otras con alguna lisonja adecuada. Ni faltaban tampoco en aquella exquisita sociedad algunos honestos recreos.

Es este Basilio un zagal vecino del mesmo lugar de Quiteria, el cual tenía su casa pared y medio de la de los padres de Quiteria, de donde tomó ocasión el amor de renovar al mundo los ya olvidados amores de Píramo y Tisbe, porque Basilio se enamoró de Quiteria desde sus tiernos y primeros años, y ella fue correspondiendo a su deseo con mil honestos favores, tanto, que se contaban por entretenimiento en el pueblo los amores de los dos niños Basilio y Quiteria.

Acabáronse las vísperas, y la fiesta de Santa Ana, y quedó Preciosa algo cansada; pero tan celebrada de hermosa, de aguda y de discreta, y de bailadora, que a corrillos se hablaba della en toda la Corte. De allí a quince días volvió a Madrid con otras tres muchachas, con sonajas y con un baile nuevo, todas apercebidas de romances y de cantarcillos alegres, pero todos honestos.

El silencio fue allí el que habló por los dos amantes, y los ojos fueron las lenguas que descubrieron sus alegres y honestos pensamientos.

Allí estaba toda la taifa picaresca, comiendo, bebiendo, cantando y entregándose á desahogos no muy honestos, cuando fué cercado el ventorrillo por gran número de alguaciles que llevaban á la cabeza nada menos que al Asistente de Sevilla, don Pedro Carrillo de Mendoza, conde de Priego.

Pasaba Andrés con Preciosa honestos, discretos y enamorados coloquios, y ella poco a poco se iba enamorando de la discreción y buen trato de su amante, y él, del mismo modo, pudiera crecer su amor, fuera creciendo: tal era la honestidad, discreción y belleza de su Preciosa.

Al contrario de este matrimonio, el de los funerarios, Luquitas y Obdulia, iba mal, porque el esposo se distraía de sus obligaciones domésticas y de su trabajo; frecuentaba demasiado el café, y quizás lugares menos honestos, por lo cual se le privó de la cobranza de facturas de servicios mortuorios.

Corrió por una, dos, tres, diez calles, hasta que creyéndose bastante lejos, descansó, poniendo sobre sus rodillas el precioso objeto de su insensato amor. Vino la noche, y Pacorrito vió con placer las dulces sombras que envolvían el atrevido rapto, protegiendo sus honestos amores.