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Pasados los catorce dias, dieron la última envestida, echando porfiados todas sus fuerzas, y pegaron fuego á las casas. Salió el capitan Antonio de Mendoza con espada por un puerta, en que los indios tenian puesta celada, bien disimulada, y apenas dió en ella, cuando le atravesaron los indios con las lanzas, cayendo al punto muerto.

Los galeones fueron siempre disparando artillería á las galeras que los seguían, haciéndolas estar bien largas dellos, sin perder de hacer su camino. Perdiéronse nuestras galeras tan ruinmente, que entre todas sólo dos ó tres pelearon. La Mendoza de Nápoles quedó sin gente: toda murió combatiendo.

Cruz, D. Pedro Ponce de Leon, el arcediano de Pedroche, D. Francisco de Mendoza, obispo de Oviedo, y otros.

Pero vamos a otra cosa: ¿y por qué debías mes y medio en la posada cuando no hace uno que te he dado veinticinco duros? Mendoza tampoco contestó. Este problema te lo voy a resolver yo. Consiste en que , en vez de pagar la posada, gastas todo el dinero en levitas, sombreros, guantes, corbatas, etc., etc.

Desde el Rio Janero á él hay 215 leguas. Aquí llegamos al puerto de San Gabriel: ancoraron los 14 navios en el rio Paraná, y porque estaban distantes un tiro de bala, mandó el General D. Pedro de Mendoza, que saliésemos los soldados y demas gente á tierra, en los botes prevenidos para este efecto.

Al Illustre y Excelentissimo Señor Don Antonio de Mendoza, Vissorey y Capitan general por Su Magestad en estos reinos y provincias del Perú.

Solía permanecer callado y taciturno algún tiempo, durante el cual Mendoza le seguía el humor y se mostraba más taciturno todavía, aunque sin motivo alguno. Al fin, cuando los malos pensamientos de Miguel se disipaban, rompía súbito el silencio poniéndose a cantar o a brincar, si es que no se le ocurría alguna cosa para embromar a su amigo: Oyes, Perico, ¿sabes lo que estoy observando?

El ardiente deseo de aprender invadió también al bello sexo, y en muchas cátedras de esas universidades se enseñaba también á las mujeres . Como prueba de que se cultivaban otros estudios á la vez que los clásicos, pueden servir en la historia el nombre de Mendoza, y el de Montalvo en la jurisprudencia; y para dar una idea de las obras innumerables de todo género que entonces se publicaron, baste decir que el arte de la imprenta no descansaba un momento, y que España contaba en el siglo XVI más prensas que ahora .

Cómo se arregló Mendoza para llegar a ser al cabo de algunos meses uno de los íntimos de la casa y acompañantes preferidos por el general, fue cosa que nadie supo. Y, sin embargo, era muy sencillo de explicar. Mendoza sufrió una temporada la frialdad del conde y el desdén de la condesa con gran filosofía, y siguió asistiendo constantemente a la tertulia.

Facundo decía también que un solo remordimiento la aquejaba: ¡la muerte de los 26 oficiales fusilados en Mendoza! ¿Quién es, mientras tanto, este Santos Pérez? Es el gaucho malo de la campaña de Córdoba, célebre en la sierra y en la ciudad por sus numerosas muertes, por su arrojo extraordinario, por sus aventuras inauditas.