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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Mi hermano, que tiene ya una hija casadera, á quien naturalmente desea que salte un buen novio, se va á vivir á la vecina ciudad, donde ya tiene casa tomada, y á mí me deja á mis anchas y solo en la casa solariega de los Mendoza, donde le daré albergue siempre que venga al lugar para sus negocios.
El dia 18 de Febrero de este año, (para el que tenia anteriormente dispuesta la marcha para campaña) salí de esta ciudad de Mendoza entre tres y cuatro de la tarde, con un corto número de gente que se juntó, sin embargo de tener citadas para aquel dia todas las compañías: y puesto en marcha llegué al ponerse el sol
Pues bien; preguntándole un día a Mendoza cierto punto que no traía el libro, Miguel, que estaba a su lado, le dijo rápidamente al oído: «Di que no lo trae el textumen.» El infeliz, que estaba atortolado, lo repitió sin fijarse, y..... ¡aquí fue ella! D. Juan, pensando que uno y otro se burlaban de él, les dio a entrambos una corrida de mojicones que por poco les arde el pelo.
Envió por capitan á Gonzalo de Mendoza, con órden de que si la encontrase en Santa Catalina, cargase de arroz, mandioca y los demas bastimentos que le pareciere. Pidió Gonzalo de Mendoza al capitan 7 soldados, de quien se pudiese fiar, y eligió 6 españoles, y á mi y otros 20 que nos acompañasen.
Dista de la primera 200 leguas: llaman á sus indios Tupís. Aquí estuvimos 14 dias, y entonces nuestro General, D. Pedro de Mendoza, por estar continuamente enfermo, encogido de nervios y muy débil, nombró por su teniente á Juan Osorio, su hermano.
D. Alvaro de Sande, después de ido el Duque y los que iban con él, comenzó á cortar dellos, y inviando D. Enrique de Mendoza, uno de los que se habían ido, por una armadura que había dejado, dijo D. Alvaro que llevasen las armas del conejo.
En contra de tan injusta acusación me toca decir que ni Clara, ni Lucía, en El Comendador Mendoza, ni menos aún Irene, en El Doctor Faustino, carecen de todas aquellas prendas y requisitos que pueden y deben hacer de la mujer una criatura angelical.
L'école des maris, de Molière, ofrece en algunas escenas reminiscencias de La discreta enamorada y El mayor imposible, de Lope; pero en lo substancial está tomada de El marido hace mujer, de D. Antonio de Mendoza. \
Estuvimos cuatro semanas con tres naves en la Palma, proveyéndonos de vituallas, hasta que vino órden de D. Pedro de Mendoza para proseguir viage.
Nosotros, que habíamos visto, oído u observado muchas particularidades que se nos dijeron ser rastros o manifestaciones del fatídico personaje, acabamos, al fin, por encontrarnos con el "diablo" en persona y de manos a boca. Fue en el departamento de San Vicente, hoy Belgrano, en la provincia de Mendoza.
Palabra del Dia
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