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Yo me compadecí de la infeliz porque la mudez me parece una gran desgracia para una niña casadera. Afortunadamente, sólo se trataba de una mudez artística. La chica tenía una lengua bastante suelta; pero el director no se atrevía a confiarle más que papeles silenciosos. Y ¿por qué no la dejan hablar?

Demasiado inteligente para apreciar mucho esas estrecheces tan en boga en Aiglemont, la abuela cambió la conversación, que amenazaba ser funesta para los pobres Geraumont. ¿No hay ningún matrimonio en el horizonte? preguntó sabiendo que así complacía a todas aquellas señoras. La chica de Geraumont no es, sin embargo, la única joven casadera...

Cualesquiera que sean sus atractivos, son artificiales, y confieso que, por mi parte, renunciaría a adivinar lo que pasa en aquel cerebro velado, como no me arriesgaría a augurar las causas que hacen moverse a un corazón que vive bajo tan lindos atavíos. »La joven casadera es un enigma difícil de descifrar, siendo así, que yo quiero descifrar a mi prometida antes de querer a mi mujer.

¡Cuántas mudanzas en lo que constituye una vida de joven soltera!... Ayer todo era tranquilidad absoluta; hoy empiezo de nuevo a subir el calvario de una muchacha casadera... ¡Qué fastidio!... Y pensar que es el padre Tomás a quien debo esta resurrección de las complicaciones. Esta mañana me previno la abuela que deseaba hacer conmigo algunas visitas por la tarde.

Ninguna muchacha casadera le hubiese rechazado por su físico, pero me habría extrañado mucho que se echase al agua por él. Además, se veía que no llegaría a los cuarenta años sin tener vientre. Difícilmente otro médico podía ser más a propósito que él para la clientela. Sin parar mañana y tarde, afectuoso con lo más alto y lo más bajo de la sociedad, no desentona nunca.

No tiene hijos; le heredamos mi hermano Manuel y yo.... Esto es echar margaritas a puercos, y no lo digo por mi hermano, que tiene una hija preciosa ya casadera; dígolo por este miserable que no puede hacer disfrutar a su único hijo las delicias honradas de una buena posición. Siguió a estas palabras un largo silencio, sólo interrumpido por el cariñoso mugido de las vacas en el cercano establo.

Oyó el cielo los fervorosos ruegos de su siervo, pues luego que fué el niño bautizado, quedó sano de su enfermedad. Lo mismo sucedió á una muchacha, ya casadera, á quien por estar toda helada y yerta, la lloraban sus parientes por muerta; mas luego que fué bautizada, por las grandes instancias con que lo había pedido, como si volviese de un profundo sueño, volvió en y á la vida.

Y Apeles y Pérsida tienen una hija casadera, llamada Trifena, la cual está enamorada y quiere casarse con un gallardo joven que sigue la religión pagana. Reina Constantino y el cristianismo está triunfante. Apeles es siempre gentil, pero Pérsida es fervorosa cristiana.

Además era madre, vale decir, doblemente enérgica y doblemente hábil, y de tal modo se condujo, que conminó al príncipe a que pidiese por esposa la novena hija casadera del duque de los Siete Castillos. Llamábase Isaura y era una infanta modesta, harto más hermosa de alma que de rostro... El príncipe Fénix había objetado: Tiene pecas.

En primer lugar, siendo yo mocita casadera, y si no ocupando cierta posición, aspirando a ocuparla, debí dejar de ir por agua a la fuente y a lavar al albercón. Debí darme más tono. Y ya que no me lo di, aún fue mayor disparate el querer de repente transformarme en dama y eclipsar y aturdir y excitar la envidia y la rabia del señorío mujeril de este lugar.