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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Me dominé, y ofrecí mis cigarros; pero tenía prisa por concluir, empezaba a verlo todo rojo, y dije a Lotario: Deberías retirarte, hijo mío; ya es hora. El se levanta penosamente y me tiende una mano helada; hace a ella, con los talones juntos, su saludo más militar, y se dirige hacia la puerta.
Finalmente, uno de esos roedorcillos activos y despiertos siempre que se encuentran en todas partes, se ha decidido llegar á la cumbre de la montaña, abriendo túneles y galerías por debajo de la nieve: es el campañol. Cubierto con tan helada capa, busca por el suelo su escaso alimento, y lo encuentra, lo cual es maravilloso.
Tal es la fecundidad de la tierra, que produce para la incesante batalla de la vida poblaciones de devoradores y de víctimas que combaten en la obscuridad á más de mil metros sobre el límite de las nieves perpetuas. Esa terrible lucha por la existencia, cuyo odioso espectáculo me había echado de las llanuras, se encuentra también arriba, en las capas de tierra helada.
Currita se quedó helada... ¿Marcharse Jacobo sin decirle una palabra, sin enviarle un recado, sin ponerle siquiera cuatro letras?... ¡Qué puñalada para su corazón y, sobre todo, qué bofetón para su amor propio! Porque ¿qué dirían las gentes cuando llegaran a traslucir el desprecio y el desvío que aquello representaba?...
Hizo memoria de los exquisitos cuidados á que se había sometido en vida: el largo baño, el masaje, la vigorización del juego de las armas y del boxeo, la ducha helada, los elegantes y discretos perfumes... ¡todo para venir á pudrirse en un campo de trigo como un montón de estiércol, como una bestia de labor que muere reventada y la entierran en el mismo lugar de su caída!
Crespo, como si no hubiera en el mundo penas, ni amigos que se ahogaban en ellas, alegre, con aquel insultante regocijo que le inspiraba a él la helada en las mañanas más frías del año, frotaba las manos y hablaba del precio de las reses, y de las ventajas de la parcería, locuaz, como nunca se le veía en Vetusta.
Esos cascotes, esos fragmentos de roca que caen de las quebraduras superiores al cauce de hielo, se amontonan poco á poco al pie de las paredes como enormes murallas de piedra; caminan lentamente con la masa helada que los lleva, pero otros escombros, desprendidos de los mismos lados de la montaña, ocupan el lugar que han dejado aquellos.
He invocado la perdida de mi razon como un beneficio, y no se me ha concedido: he arrostrado la muerte; pero en medio de la guerra de los elementos, los mares se han retirado a mi presencia. Los venenos han perdido toda su actividad; la mano helada de un demonio cruel me ha detenido en la orilla de los precipicios por solo uno de mis cabellos que no ha querido romperse.
El brillante fuego le daba a la vieja estancia, con sus colgaduras fúnebres, un aspecto alegre y confortable que contrastaba con la fuerte helada exterior, y no teniendo deseos de dormir todavía, me eché en una silla de brazos y senteme a reflexionar profundamente.
Cuénteme sus malos pensamientos contra esta pobre Luciana. ¿Para qué? Le importan a usted tan poco... Si me importaran poco no estaría aquí ahora esperando la inevitable reprimenda. Tóqueme usted la mano... está temblando. Tenía la mano helada y la guardé en la mía, aunque sin tierna presión.
Palabra del Dia
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