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Las corrientes que más encantadoramente presentan esta rítmica sucesión de rincones y pequeñas penínsulas, son los torrentes cuyo cauce se extiende por un amplio lecho de arenas y guijarros, y los riachuelos ó barrancos que corren por prados, entre orillas arenosas que se hunden fácilmente por la acción de la corriente.

Junto á las corrientes de agua, en el centro del cauce y en las riberas que la humedad había cubierto de una débil capa de césped, trotaban las manadas de potros sin domar, al aire la luenga crin, arrastrando la cola por el suelo.

Parecía que estábamos envueltos en una atmósfera de fuego. Ni los quitasoles, ni los sombreros de paja, ni los trajes de dril podrían librarnos de la ardiente saña de aquel sol que desde lo alto del cielo amenazaba secar los árboles, el cauce del río y hasta la vida de nuestros cerebros. Las señoras nos aguardaron un rato sentadas a la popa. Cuando llegamos, nos acomodamos como pudimos.

El monte se venía abajo, faltándole sus cimientos seculares; el riachuelo variaba de curso, y echando fuera del cauce sus espejillos, inundaba espantosamente la llanura; las casas hundían el tejado en la arena; el Portal se estremecía cual si fuera combatido de horribles vientos, y como se apagaron muchas luces resultó nublado el sol y obscurecidas las luminarias del día y de la noche.

Reformando su cauce en cada valle que limita la falda del monte, en cada hondonada que corta sus laderas, el agua de arroyos y torrentes quita á la nieve de las pendientes el cimiento que le servía de punto de apoyo. Bajo la acción de la gravedad, tienden entonces á desprenderse los aludes, y la montaña, como un ser animado, hace caer de sus hombros el nevado traje que la cubre.

Y como el perro no cesaba de gruñir de un modo hostil a la niña mendiga, Juanito le dijo: Esta tarde tu mal humor es insufrible, Fortuna; te he dicho que te calles. La niña, sin dejar sus dolorosos lamentos, se encaminó en dirección al puente. Juanito, Polonia y Fortuna la siguieron. A la derecha del camino había una rampa que conducía al cauce del barranco. Por allí bajaron todos.

A nuestra derecha, del lado opuesto del rio, se levantaba un enorme peñasco abrupto, como una fortaleza, dominado por el castillo de Lauffen, que le da su nombre aleman á la caída: y al pié de ese romántico edificio, siguiendo el curso del rio, giraba un alto y verde collado que iba á perder su graciosa curba en un horizonte estrecho de bosques espesos que dominan el cauce.

Y crecen tanto los rios, que no hallando bastante abertura para salir las muchas aguas que bajan á la llanura de los Xarayes, rebalsan inundando los campos, y formando por este tiempo un grande lago; aunque despues, en cesando los aguaceros, se desagua por el cauce del rio Paraguay, y quedan solamente las canales de los rios, y algunas lagunas, descubriéndose todo lo demas de aquella llanura, lleno de pajonales impenetrables.

El Allier es vasto y caudaloso, pero muy mermado a la sazón por los calores estivales; sólo en los puntos más anchos del cauce llevaba agua, y el resto descubría el álveo formado de arena en prolongadas zonas blancas.

Allí echó pie a tierra la caravana y se dispuso a descansar un rato y luego a restaurarse con el contenido de las fiambreras. La juventud se diseminó por los alrededores, que eran amenísimos, principalmente siguiendo el cauce del arroyo que surtía la fuente, todo sombreado de sauces y olmos.