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Aquel peñasco hospitalario, que admite á todas las razas y religiones, colocado entre la España católica, intolerante y fanática por sus instituciones papales, y el África mahometana, intolerante y fanática por resentimiento y por su atraso en la civilizacion; aquel peñasco, digo, me parecía allí, azotado por las ondas balanceándose entre dos mundos enemigos, como una arca de salvación que llevaba en su seno la idea redentora de la libertad, del derecho y la fraternidad!

Descubrió este en su amo excelente índole, mucha rectitud y una sana razon, y sentia ver que adorase el exército celestial, quiero decir el sol, la luna y las estrellas, como era costumbre antigua en la Arabia; y le hablaba á veces de este culto, aunque con mucha reserva. Un dia por fin le dixo que eran unos cuerpos como los demas, y no mas acreedores á su veneracion que un árbol ó un peñasco.

Al fin, después que subimos a lo largo de un escarpado peñasco que descendía abruptamente al agua, y hubimos calculado que nos hallábamos a cuatrocientos veinte pasos del viejo puente, dimos vuelta de pronto a un recodo del río y salimos a un espacio en donde éste se ensanchaba, aun cuando siempre se deslizaba a cien pies o más de profundidad, de modo que corría despejado con un ancho de cuarenta yardas, por lo menos, mirando hacia el firmamento.

Mi sitio favorito, a donde iba yo todas las tardes, era una roca casi plana, que parecía derrumbada del último picacho, y que ladeada sobre un peñasco, me brindaba cómodo asiento que circundaban buvardias coralíneas, cebadillas de suave fragancia, helechos maravillosos y vaporosas gramíneas que, mecidas por el viento, esparcían el pardo plumón de sus espigas maduras. ¡Qué panorama tan hermoso!

Por fin encontró una gran señal blanca, igual a la letra E que había grabada en la roca a un lado de la entrada del enorme peñasco, y puso en el suelo su linterna. No avancen un paso más exclamó. Entonces hizo salir de un hueco, donde parecía estar bien escondido, un largo y tosco puente, que consistía en un solo tablón, con débiles barandillas a ambos lados.

Cuando el calor se hacía insoportable, me detenía a la sombra de un peñasco saliente que nos abrigaba amenazando, y esperaba allí a los peones.

¡Mira! gritó mi amigo señalando un lugar que había hacia el fondo del peñasco, a mitad de camino del profundo río, después que daba la abrupta vuelta, allí hay unos escalones y una senda estrecha que conduce más abajo. ¿Y qué es aquello? Miré y vi, sobre una especie de plataforma natural hecha en la roca, una pequeña choza de piedra, cuyo obscuro techo de teja contemplábamos desde la altura.

Llegaron los mensajeros y fueron recibidos con grande amor y cortesía, y fueron sentados á la mesa del cacique, cuyas viandas se reducían á raíces de cardos silvestres, que era todo su mantenimiento, y por gran regalo les ofrecieron un vaso de agua, porque había allí tal carestía, que cada uno estaba esperando la suerte de poder coger tanta cuanta cabía en la palma de mano, de un pequeño manantial que salía de un peñasco.

Cipriano, rechazado por la cristiana, se refugia lleno de desesperación en un lugar desierto á la orilla del mar; los elementos se desencadenan, como lo están también los afectos en su corazón; ve un buque en el mar alborotado, que se hace pedazos contra un peñasco, y un hombre que se salva nadando hasta alcanzar la ribera. Es el mismo Demonio bajo otra forma.

Un colérico estupor le exaltaba y le desconcertaba a la vez; ira inmensa, refrenada ante el enigma, pero pronta a caer como un peñasco sobre el culpable. Por debajo de aquel desvío de Beatriz había que buscar la nueva intriga de sus rivales. Ella era inocente y víctima de la misma impostura. ¡Quién sabe qué sospecha habrían logrado incrustarla en el corazón!