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Desde las ventanas del seminario, en las horas dulces de asueto, Enrique Thomas oteaba el campo verde, y desde el remoto horizonte, voces aventureras, voces de libertad y rebeldía, fascinaban su alma peregrina de bordelés. Cada camino que se alejaba serpeando, cada buque que salía del puerto, susurraban en sus oídos una canción de adioses.

Ferragut, asomado á la borda, exploraba la lobreguez del muelle. Le pareció ver á unos hombres llevándose á otro en brazos. Un resto de su cólera le hizo levantar la diestra, armada todavía, apuntando al grupo. Luego volvió á bajarla... Pensó en los que se acercaban para averiguar lo ocurrido. Era mejor que encontrasen el buque silencioso.

Si el buque se acerca á la tierra firme, empezamos, al contrario, por ver lo alto de sus mástiles, cuando aun el casco se encuentra oculto debajo del horizonte. Curvatura de los mares.

Si fuese al combate, colgára en mi lanza Con lauros de triunfo su leve crespon, Y altivo, animado de doble esperanza Seria de guerra mi sacro pendon. Si fuese marino, colgára ese velo Por vela á mi buque, por toldo á su iman, Y en calma mirando los astros del cielo Las iras burlára del negro huracan.

De otras barcas cargadas con pirámides de frutas partían al vuelo en ruda trayectoria naranjas y racimos de bananas hacia las manos ávidas de los emigrantes, que retornaban monedas envueltas en papeles. La nacionalidad del buque influía en las transacciones comerciales, y los mercaderes de acento andaluz lo vendían todo por marcos y por pfenings.

A bordo del vapor que nos conducia se hallaban mas de cien personas de todas condiciones, en su mayor parte alemanes, ó excursionistas extranjeros. Como el buque era cómodo y la excursion entretenida, todo el mundo manifestaba buen humor, salvo uno ó dos pares de ingleses taciturnos y seriotes, aburridos hasta de las riberas del Rin al comenzar á verlas.

Era más grande que el suyo; el techo más alto, y sobre todo, en vez del tragaluz redondo, tenía ventana, una verdadera ventana como las de las construcciones terrestres. Saltó sobre el diván para sentarse en el alféizar de ella, sacando parte de su cuerpo fuera del buque.

Cuando algo por el estilo acontecía, por ejemplo, cuando un carromato cargado de valiosas mercancías había sido trasbordado subrepticiamente á tierra, en pleno mediodía, bajo sus mismas narices, sin que se lo olieran, era de ver entonces la energía y actividad que desplegaban, cerrando á doble llave todas las escotillas y aperturas del buque delincuente, redoblando la vigilancia, de tal modo, que en vez de recibir una reprimenda por su anterior negligencia, parecía que eran más bien acreedores á todo elogio por su celo y sus medidas precautorias, después que el mal estaba hecho y no tenía remedio.

Vivían en la vieja barraca lo mismo que los náufragos que se aguantan sobre un buque destrozado: tapando un agujero aquí, apuntalando allá, haciendo verdaderos prodigios para que se sostuviera la techumbre de paja, distribuyendo sus pobres muebles, cuidadosamente fregoteados, en todos los cuartos, que eran antes madriguera de ratones y sabandijas.

Si deseaba contestarla, debía hacerlo sin pérdida de tiempo. El buque volvería a Mallorca al día siguiente.