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-Yo quién soy -respondió don Quijote-; y que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por hicieron, se aventajarán las mías.

No son estas burlas para dos veces. Por Dios que así me quede en éste, ni admita otro gobierno, aunque me le diesen entre dos platos, como volar al cielo sin alas. Yo soy del linaje de los Panzas, que todos son testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean pares, a pesar de todo el mundo.

Hay cuatro mesas en sendas esquinas y otros dos pares en medio. De las ocho, la mitad están ocupadas. Alrededor, sentados o en pie varios mirones, los más esclavos de su vicio. Se habla poco. Las más veces para pedir un cigarro de papel. Se dan pocos consejos. No se necesitan o no sirven. Basilio Méndez, empleado del Ayuntamiento, es el mejor espada de los presentes. Es pálido y flaco. No se sabe si viste de artesano o de persona decente, como dicen en Vetusta. El sueldo no le bastaba para sus necesidades; tiene mujer y cinco hijos; se ayuda con el tresillo; se le respeta. Juega como quien trabaja sin gusto; de mal humor; es brusco; apenas contesta si le hablan.

Si algo empequeñece, a mi juicio, la figura histórica del emperador Augusto es que, según Suetonio, después de cenar jugaba a pares y nones. En vano Evangelina se esforzaba para apartar del precipicio al desenfrenado jugador. Lágrimas y ternezas, enojos y reconciliaciones fueron inútiles. La mujer honrada no tiene otras armas que emplear sobre el corazón del hombre amado.

Llegóse a él, y con priesa, por no ser vista, le dijo: Andrés que ya sabía su nombre , yo soy doncella y rica; que mi madre no tiene otro hijo sino a , y este mesón es suyo, y amén desto, tiene muchos majuelos, y otros dos pares de casas. Hasme parecido bien: si me quieres por esposa, a ti está; respóndeme presto, y si eres discreto, quédate, y verás qué vida nos damos.

Esto lo dijo al ver entrar a la criada con una gran fuente entre manos, conteniendo dos pares de huevos estrellados y una enormidad de lomo y de jamón frito, con su correspondiente cerco de patatas.

Yo he visto un cordón compuesto de cuentas que servía de yugo para las velaciones con divisiones correspondientes para 26 pares.

Grimaldo, Bernardo Carpió, Brabonel, príncipes. Don Aguilar, consejero. Don Fernández, conde. Don Rodríguez, capitán. Dos graciosos. Los doce pares de Francia, ejércitos moros y ejércitos cristianos. Después de lo anterior, ni se marcaba época, ni lugar, ni distribución de escena; bien es verdad que, según iba viendo, para maldita la cosa hacían falta tan pequeñísimos detalles.

Quería que fuese para ella la primera compra que hiciesen juntos; ¡a ver!... unos cuantos pares de los más bonitos: media docena. La joven le tiraba del brazo protestando con voz queda. Era un disparate: ¿para qué media docena? Jamás había tenido tantas... No debía derrochar el dinero. Pero Maltrana le impuso silencio fingiéndose enfadado.

La orina de los dementes se caracteriza por el predominio de la urea. Y diga usted prosiguió en voz alta, ¿no suele usted tener los pies fríos? Helados. En el invierno gasto dos pares de calcetines porque no los puedo sufrir. Y la cabeza ¿no se le calienta a usted? ¿La cabeza? ¡hecha un volcán!