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¡Ya lo creo!... La Villasis sabe hacer bien las cosas, y de seguro que ha pedido al arzobispo indulgencia plenaria para todos sus tertulianos. Pero, en suma dijo al fin Currita, deteniendo aquella granizada de burlas , ¿qué es lo que se propone esa pobre María?...

Así fue prosperando, sin que las burlas de la gente de la ciudad le hicieran perder la confianza de aquel rebaño de rústicos que le temían como a la Ley y creían en él como en la Providencia. Un préstamo a un mayorazgo derrochador le hizo dueño del caserón señorial que desde entonces pasó a ser de la familia Brull.

Penetra en la casa el comendador, pero encuentra bien cerrado el dormitorio de Casilda; y cuando bajo sus ventanas se esfuerza después en ablandarla con las frases más tiernas, aparece ella en la reja de improviso, grita á los próximos durmientes que ya es tarde, y despide al comendador, á quien finge no conocer, hablándole unas veces como de burlas y otras como de veras.

Probablemente esta conducta de la mujer, por lo mismo que es una conducta noble, bondadosa, espiritual, exaltará más el amor del hombre, le hará más profundo y entrañable, desolará más su alma; pero no tendrá derecho a sentirse herido en su amor propio con burlas imperdonables. Jamás, en fin, se debe alentar una pasión que no se tiene el propósito de corresponder.

La doctora reía, pero á continuación de mis burlas aseguraba lo mismo: «Te estás enamorando de ese hombre; ese don José te interesa. ¡Cuidado, Carmen!» Y lo raro era que no le pareciese mal mi enamoramiento, siendo enemiga de toda pasión que no sirve directamente á nuestros trabajos... Decía verdad: estaba enamorada. Lo reconocí la mañana en que tuve el deseo imperioso de ir al Acuario.

Mendoza le daba el fósforo gravemente y se salía evitando en cuanto le era posible las burlas de su amigo. ¿Qué secreto es ese? le preguntaban riendo los demás redactores. Hice juramento de no revelarlo. Acaso algún día él mismo lo descubra. Tengan VV. paciencia.

«En sus primeros tiempos, dice don Adolfo de Castro, fué Salinas poeta de muy buen gusto literario, y en los últimos se convirtió en conceptista y en todos demostró un gran ingenio, sazonado de burlas y de gran delicadeza en la declaración de afectos amorosos

Así como no le arredraban las burlas que de él pudieran hacer los libertinos, tampoco calculó jamás la honra y el provecho mundanos que su recato y demás virtudes pudieran acarrearle.

Ahora los tiernos angelitos, en vez de chuparse el dedo, han dado en la flor de jugar a la masonería y al carbonarismo, y entre burlas y risas tienen arriba sus Cámaras de honor y sus Hornos, donde hacen varias mojigangas, que es preciso denunciar a la policía. Son casi todos chicuelos con más ganas de hacer bulla que de estudiar. ¡Y qué discursos los suyos!

Ostolaza empezó a hablar, y con su discurso las risas y burlas, arriba y abajo, sin que el presidente pudiera acallarlas, ni el orador hacerse oír con claridad.