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¡Ya lo creo!... La Villasis sabe hacer bien las cosas, y de seguro que ha pedido al arzobispo indulgencia plenaria para todos sus tertulianos. Pero, en suma dijo al fin Currita, deteniendo aquella granizada de burlas , ¿qué es lo que se propone esa pobre María?...

"Tanto peor para vuestra salvación eterna," me dijo; y habló largamente de la gran estimación de Su Santidad por las virtudes del abad de Berguén y cómo en reconocimiento y recompensa de las mismas había resuelto el Papa conceder indulgencia plenaria á todo pecador que vistiese el hábito cisterciense y lo tuviese puesto el tiempo necesario para recitar los siete Salmos de David.

Cuando estaba en Gaeta vi a los suizos, que son la guardia del Papa; pero ninguno me dijo ser él el inventor. Si yo hubiese sido Su Santidad prosiguió la tía María , hubiese premiado al inventor con una indulgencia plenaria. Siéntate, saladilla mía, que tengo hambre de verte. No contestó María , me voy. ¿Dónde has de ir que más te quieran? dijo la tía María.

Si usted, en otro tono más ligero, risueño y jocoso, hubiera escrito catorce sonetos, catorce veces más verdes aún, como yo soy viejo pecador, y nada tengo de misionero, respecto á la moral y á la decencia me hubiera callado; pero en punto á estética, hubiera echado á usted mi absolución, y, si los sonetos alegraban las pajarillas, hubiera concedido á usted indulgencia plenaria y hasta hubiera aplaudido.

Recuerdo que un cardenal vino á preguntarnos si preferíamos recibir quince mil ducados con una indulgencia plenaria para cada arquero, ó veinte mil ducados con la maldición de Urbano V. En todo el campo no hubo más que una opinión: veinte mil ducados. Sin embargo nuestro capitán acabó por ceder y recibimos la bendición apostólica contra toda nuestra voluntad y un sin fin de indulgencias.

Lloraba Mari Pepa y sollozaba Lituca mientras colocaban sobre él todas las medallas y reliquias que había en casa con indulgencia plenaria para la hora de la muerte; lagrimeaban callando muchos de los que habían acudido de la cocina con el monago; rezábamos todos respondiendo a las oraciones del Cura, y en los intervalos de silencio se oían a la vez el respirar estertoroso y agitado del agonizante, y el zumbido del temporal entre las espesuras y cañadas de los montes.