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Vuelve, Isabel, esos ojos; Que no soy yo por lo menos Quien á tus ojos serenos Quitó luz y puso enojos. 1800 ¿Quién tan bárbara y cruel, Á tu hermosura atrevido, Causa de tu enojo ha sido? ¿Quién te me enojó, Isabel? No es posible que tuviese 1805 Noticia de mi rigor, Sin que luego de temor Súbitamente muriese.

SANCHO. Señor, mucho me ha pesado De volver tan atrevido A darte enojos; no ha sido Posible haberlo escusado. Pero si yo soy villano En la porfía, señor, serás emperador, serás César romano, Para perdonar a quien Pide a tu clemencia real Justicia. REY. Dime tu mal, Y advierte que te oigo bien; Porque el pobre para mi Tiene cartas de favor.

Contribuía a conservarle en ella el que de vez en cuando Clementina, por arrancarse quizá momentáneamente a sus afanes y enojos, le escribía una cartita diciéndole: "Hoy a las cuatro", o bien: " por la tarde a la Casa de Campo". Y en estas entrevistas, acometida de súbito capricho, recordando las primeras y gozosas etapas de su amor, se mostraba tierna y cariñosa, le juraba eterna fidelidad. ¡Oh, Dios! ¡qué infinita, qué celestial felicidad experimentaba el joven entomólogo oyendo tales juramentos de aquellos labios adorados!

En la flor de tus labios adivino algo ideal que tu hermosura viste, mientras, soñando en ellos, bebo el vino de un ensueño de gloria que no existe. Lo imposible es un ala que nos roza creando en el dolor fuertes enojos. ¡Ay! No poder volver hasta mi choza, llevando la presea de tus ojos!

La reina mui alta, plañiendo sus ojos, De lágrimas cubra su noble regazo: Las otras doncellas se fagan retazo Los rostros é manos; é tomen enojos, Las sus vias sean por sendas de abrojos Vestidas con luto de roto pedazo: Las dueñas ancianas la tomen de brazo, E lloren con ella de preces é innojos.

Recibió, además, de su familia y amigos tan entusiastas felicitaciones con motivo de tan magnífica alianza, y vio tantos celos y enojos en los ojos de las otras madres rivales, que tuvo suficiente motivo para fortificarse en su determinación. El señor de Maurescamp fue, pues, aceptado.

Con manos de marfil, con señorío, Que no hay tan gran Señor que se le atreva, Pues donde lava, dice amor que nieva, Es alma ilustre al pensamiento mío. Por estrella, por fe, por accidente, 1115 Viéndola henchir el cántaro, en despojos Rendí la vida á el brazo trasparente; Y, envidiosos del agua mis enojos, Dije: «¿Por qué la coges de la fuente, Si la tienes, más cerca, de mis ojos1120 DO

Por la noche, a la hora en que nos reuníamos en la sala, permanecía yo lejos de Gabriela, hojeando los periódicos; hasta que al fin, comprendiendo ella que algo grave me tenía pensativo y cabizbajo, me dijo cariñosamente, como una hermana que trata de consolar al pequeñuelo preferido. Vamos, Rodolfo... ¿qué tiene usted? ¿Enojos de Linilla? A fin de semana recibí una carta de tía Pepa.

Un día trasladando Miguel una cesta con ropa aplanchada de un sitio a otro, la dejó caer al suelo y se manchó una buena parte. Petra, hasta entonces, en sus más fuertes enojos no había hecho mas que cogerle por el brazo y sacudirle; ahora le dio una soberbia bofetada que le encendió el rostro.

Si algo empequeñece, a mi juicio, la figura histórica del emperador Augusto es que, según Suetonio, después de cenar jugaba a pares y nones. En vano Evangelina se esforzaba para apartar del precipicio al desenfrenado jugador. Lágrimas y ternezas, enojos y reconciliaciones fueron inútiles. La mujer honrada no tiene otras armas que emplear sobre el corazón del hombre amado.