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Guardábanse en el desván mil cachivaches arrumbados que habían servido en otro tiempo a la pompa, aparato y esplendor de los Pardos de la Lage, y hoy tenían por compañeros al polvo y la polilla; por esperanza, la visita de muchachas bulliciosas, que de vez en cuando lo exploraban, a fin de desenterrar alguna presea de antaño, que reformaban según la moda actual.

Porque temeroso este de que algún ánimo suspicaz pusiese en duda lo auténtico de la presea, apresuróse antes de presentarla a la veneración pública a frotar la suela sobre el pavimento, a fin de que apareciese usada, y a desvirtuar con ricas esencias aquel importuno hedor a zapato nuevo que la noche antes había despertado en sus narices dudas tan peligrosas.

Hubiera dado su más preciada joya, su dentadura misma de Ernest, por tener tan sólo veinticuatro horas aquella presea de la cadina y pasearla por todos los salones y enseñarla a todos los curiosos, desempeñando así un bout de rôle en aquella novelesca tragedia que había de ser al día siguiente tema obligado de todas las conversaciones.

Manzana filipina, Sonrosada, aromosa, pequeñina, Y para dar una cabal idea, De la infantil presea, Te diré los coloquios que en la infancia Sostuve con Rizal, en una estancia.

Hasta que al fin un ginete Lo alcanza, y con mano fija Asiendo de la manija Hizo el caballo cejar, Pero Zamora con furia Lo lleva de una pechada, Dejando en tierra estampada De su triunfo la señal. Pero tres nuevos atlétas Dispútanle su presea, Y él en tremenda pelea La disputa á todos tres. Forcejean, y tendidos Furiosos luchan en vano Por quebrantar una mano Que hierro parece ser.

Me abrazaba cariñosamente, me besaba, y alzándome exclamaba: «¡Lina! ¡Linilla! ¿Quién es mi encanto? ¿Quién es mi presea? ¿A quién quiero yo mucho, mucho... ¡mu... choPero un día se fué a la guerra.... ¡Siempre la guerra y las revoluciones! Se fué muy de mañana, e iban con él oficiales y soldados. Salimos a decirle adiós.

Retiróla ésta prontamente, al sentir el contacto de los ardientes labios de Roger y salió presurosa de la habitación, dejando en manos del atónito y alborozado escudero el velo blanco que en vano había solicitado Froilán de Roda como preciadísima presea.

Les bastan sus ejemplos, Su inmarcesible gloria, Su tumba, su victoria, Sus lauros, su valor! Cual rinde su alta frente El sol al Océano, Como el audaz torrente Que baja al ancho llano, Debe ser la caida Del que rinde la vida Del pueblo en el altar. Cantemos á los muertos En la feral pelea, Que sus despojos yertos De América presea, Valen mas que la pompa Que celebra la trompa Del poeta servil.

De estas manijas se asían los ginetes para disputarse la presea del combate, que generalmente tenia por arena toda la Pampa, pues el que lograba arrebatar el pato procuraba ponerse en salvo, y la persecucion que con este motivo se hacia, era la parte mas interesante del juego.

A su calor no se contaban antiguas consejas, como presumía Trifón Cármenes que había de suceder por fuerza en todo hogar señorial, pero se murmuraba del mundo entero, se inventaban calumnias nuevas y se amaba con toda la franqueza prosaica y sensual que, según Bermúdez, «era la característica del presente momento histórico, desnudo de toda presea ideal y poética». El gabinete no era grande, eran muchos los muebles, y los contertulios se tocaban, se rozaban, se oprimían, si no había otro remedio. ¿Quién pensaba en los aguaceros?