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Antes de cumplir los veinte años, fundó y dirigió en Manila "El soldado español", luego "La Unión Ibérica" y más tarde el diario "El Noticiero de Manila". Fundó después la revista "Cultura Filipina", y fué redactor jefe de "El Mercantil". Volviendo a España hace pocos años, se estableció en Barcelona, donde dirige ahora "La Veu de Catalunya".

Pero, ¡puñales! ¿no usted el título, la prensa filipina? ¡Ese instrumento con que plancha la vieja, aquí se llama prensa! Todos se echaron á reir y el mismo Ben Zayb se rió de buena gana.

Pues, ¡enhorabuena! distinguíos entonces delineando vuestro propio caracter, tratad de fundar los cimientos de la patria filipina... ¿No quieren daros esperanzas? ¡Enhorabuena! no espereis en él, esperad en vosotros y trabajad. ¿Os niegan la representacion en sus Cortes? ¡Tanto mejor!

¡Por virtud de sus mismas cicatrices no hay un trozo de tierra filipina que no abarquen sus cívicas raíces! La gratitud es una flor que brota de la pureza del sentir humano, y no hay sarcasmo ni atrevida mano que la marchite en mísera picota. ¡Oh falange del yelmo y de la cota! Para pagar tu esfuerzo soberano, lidiar quisiera por el fuero hispano en una tierra anónima y remota.

Y en el alma filipina, ¿qué recuerdo habrá más dulce? ¿Qué potencia irresistible que al progreso nos impulse, Que la fe de Jesucristo, más la lengua de Cervantes...? Julio, 1922. Nació en el barrio playero manilense de la Ermita, año de 1873. Cursó la segunda enseñanza en el Ateneo municipal. Se hizo perito mecánico y abogado luego.

En la historia filipina se consignan no pocos privilegios mercantiles contrarios á los intereses chínicos.

Hablando de esta parásita que tantísimo abunda en el Mayon, dice en su Flora filipina el Padre Blanco lo siguiente: «Esta planta singularísima y hermosa, es parásita y fácil de enredarse con otros árboles por medio de los jarros ó vinageras; estos casi hacen una taza de agua, y tanto el cordón de la boca, como el del tallo y peciolos de las hojas, son encarnados.

Olvidóse por un momento de sus apuros y de las piruetas de Pepay, para considerar ¡que todo lo que se contenía en aquellas gradas había salido de su fecunda cabeza en momentos de inspiracion! ¡Cuántas ideas originales, cuántos pensamientos sublimes, cuantos medios salvadores de la miseria filipina! ¡La inmortalidad y la gratitud del país las tenía él seguras!

Quién dice no ser bella la mujer filipina que visite esta tierra de Búrgos y Rizal; y verá que es más mística, más dulce y más divina la hija de los rajáhs, la niña tropical.

Y siguiendo el relato De aquellas expansiones Que enaltecen patrióticas reuniones, Donde el ameno trato De jóvenes diplómatas noveles Para la Patria conquistó laureles; He de nombrar la femenil belleza, Ornada de modestas galanuras De filipina alteza, Con sus alegres castas timideces, Conjunto de hermosuras Mezcladas con ingenuas altiveces.