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La otra ventana, en distinta dirección, daba sobre un bonito jardinillo á la francesa. Un salto de seis metros y la perspectiva de enredarse en los sostenes de los rosales; tampoco por allí podía hacerse nada. El cuarto de tocador estaba cuatro escalones más bajo y ocupaba una torrecilla redonda en un ángulo del castillo. Recibía la luz por una estrecha ventana, pero tenía reja.

No se podía caminar por el buque sin recibir empellones de la gente, golpes de sillas cambiadas de lugar, o enredarse los pies en los montones de telas. Fernando se refugió en el final del paseo que daba sobre la proa, acodándose en la barandilla, junto al bombo y los instrumentos de cobre abandonados por los músicos.

Clara estaba delante de su espejo, y se ocupaba en enredarse en la coronilla una gruesa trenza de pelo negro, recientemente tejida y terminada en la punta con un atadijo del mismo pelo y un lazo encarnado.

En vista de todo esto, podremos decir que tanto la prosa como la poesía, son dos manifestaciones de la palabra, son las dos formas de que se reviste el pensamiento, y que si la una es el fruto, la otra es la flor; que sin flor no puede haber fruto, y que por lo tanto, enredarse mas en esta cuestion seria lo mismo que disputar sobre si tiene mas importancia la base que la cúspide de la pirámide, ó cual fué primero: el huevo ó la gallina.

Así se hizo, y un día después la cenefa, engrudada por los mozos del café, fué puesta en su sitio. Representaba unos cráneos de macho cabrío, de cuyos cuernos pendían cintas de flores que iban á enredarse simétricamente en varios tirsos adornados con manojos de frutas, formando todo un conjunto anaecreóntico-fúnebre de muy mal efecto.

Lo que Lavalle hizo fué dar con la espada un corte al nudo gordiano en que había venido a enredarse toda la sociabilidad argentina; dando una sangría, quiso evitar el cáncer lento, la estagnación; poniendo fuego a la mecha, hizo que reventase la mina por la mano de unitarios y federales, preparada de mucho tiempo atrás.

Comprendían que si hablaban poco o mucho, podían enredarse en alguna disputa. De ahí las voces y el escándalo consiguiente... Nada, nada, lo mejor era no chistar. Al llegar a sus casas se soltaban murmurando con torpe lengua «buenas noches». El último era don Roque por vivir más lejos que ninguno.

El pañuelo arrastrado por el movimiento constante del remolino, había ido naturalmente á enredarse en las ramas del fatal matorral, á una corta distancia de la opuesta ribera. Fíe en , señorita exclamó el señor de Bevallan. En diez minutos tendrá usted su pañuelo, ó no seré quién soy.

Los pasajeros asentaban sus pies con extrañeza y satisfacción en el suelo inmóvil y firme como el de una isla, después de la inestabilidad ruidosa de la noche anterior. Al salir Fernando a la cubierta de paseo, sintió enredarse sus piernas en un montón de telas vistosas extendidas junto a la puerta, al mismo tiempo que zumbaba en sus oídos el griterío de una muchedumbre.

A veces, no obstante, sin buscar tema, sin el propósito preconcebido de enredar alguna discusión sobre las más arduas materias, la discusión venía a enredarse, y entonces don Acisclo, el cura, Pepe Güeto y hasta doña Manolita, callaban y oían, y hablaban sólo el P. Enrique, doña Luz y el médico D. Anselmo.