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Actualizado: 31 de agosto de 2024
Si dos objetos se suceden indefectiblemente, de suerte que puesto el primero, siempre se haya visto que seguia el segundo, y que al existir este, siempre se haya notado la precedencia de aquel, podremos deducir con certeza que tienen entre sí alguna dependencia.
Estoy segura de que envejeceré sin pena... casi con alegría... Porque, siendo menos joven tendré más libertad, estaré menos sujeta a las conveniencias, más cerca de usted... menos comprometedora, en fin... Así, por ejemplo, pienso con delicia que podremos viajar juntos... Y para eso hay que envejecer; pero, entretanto, si supiese cómo se han transformado para mí el mundo y la vida, desde que soy amada, como deseo serlo... Puede estar orgulloso del milagro que ha hecho.
Y cuando alguna vez oigamos esos tiros tan alegres que suenan en el café y dentro de las casas, podremos decir: «Gracias a nuestra ama hemos sentido también dentro del cuerpo esa descarga.» Bendita sea la mano que sabe dar cosas tan buenas y que no arrepara a quién las da.
Es hombre que cumple lo que promete. Y entonces, Linilla: ¿qué más podremos desear? «¿Dices que no le dirás a tu papá que te amo y que me amas? Haz lo que te plazca. El deber y el amor filial aconsejan que no le ocultes nada; pero, a decir la verdad, como no tengo asegurado el porvenir, me parece inoportuno que le hables de eso. Sin embargo, repito, haz lo que te parezca mejor.
Todavía según el modo de discurrir de D. Anselmo, podremos tildar este amor de interesado, ya que el alma de aquel caballero halla deleite grandísimo en hacer cuanto hace por la dama, aunque la dama sea ingrata; o ya que, si no halla deleite, halla consolación, considerándose mil veces más infeliz si nada hiciese de lo que hace y si no diese de su amor tan valientes y generosas pruebas.
Acaso mañana mismo nos podremos ya dar a la vela. ¿Qué inconveniente hubiera habido en que yo, en vez de salir desdeñado, saliese alentado por el favor de una dama, señora de mis pensamientos, por sus promesas de ser mía cuando yo volviese triunfante y por el anhelo de acometer y dar cima a grandes hazañas para poner a sus pies mis laureles y mis trofeos?
O existe una razon distinta de las nuestras, ó nó: si existe no es impersonal: si no existe, no se puede explicar la comunidad de las razones humanas; esta comunidad será para nosotros un fenómeno, que podremos apellidar razon impersonal, ó como mejor nos parezca, sin que nos sea dable señalarle ningun orígen: será un efecto sin causa; un hecho sin razon suficiente.
Será una cosa difícil, no hay duda, pero tengo confianza de que al fin triunfaremos, y que usted recuperará el secreto perdido. Pero ¿no podrán utilizarlo mientras tanto los enemigos de Blair? interrogué. ¡Ah! eso no podremos impedirlo, por cierto contestó fray Antonio. Nosotros debemos preocuparnos del porvenir, y dejar que el presente se cuide solo.
Sus cartas casi son de amor. ¡Cómo transforman las desgracias nuestro carácter! Dice que ve la vida de otro modo; tiene la esperanza de que después de este cataclismo, que nos habrá hecho mejores, podremos juntarnos y ser felices. ¡Ah, si yo quisiera!... Su tono era irónico al mencionar esta felicidad quimérica, pero mostraba al mismo tiempo respeto y admiración.
Así son todas; se imaginan que el mundo va a ser hecho de nuevo porque ellas tengan marido. Bueno, voy a ponerme el sombrero y podremos dar una vuelta por el jardín mientras atan el caballo.
Palabra del Dia
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