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Si los muros silenciosos de esa iglesia pudieran hablar, ¡qué bien contarían la historia de Colombia, desde las luchas de precedencia y etiqueta de los oidores y obispos de la colonia, desde las crónicas del Carnero bogotano, hasta las últimas conspiraciones y levantamientos! Más de una vez también la sangre ha manchado esas losas, más de una vez han sido teatro de luchas salvajes.

Hasta que se haya probado que para el tránsito del no ser al ser, es indispensable la accion de un ser, parece no quedar probado el principio de la causalidad, sino el de la precedencia; y como el órden de las cosas en la duracion, ó sea la anterioridad y posterioridad, no nos representa mas dependencia que la de pura sucesion, resultaria que si nos limitásemos á la precedencia, no habríamos probado que todo lo que comienza debe depender de otro, sino que todo lo que comienza debe suceder á otro; esto último no es el principio de causalidad, sino de sucesion.

Entonces se concibe la precedencia sin la dependencia. Si bien se reflexiona, esto sucede á cada paso; pues que en realidad comienzan de continuo muchos seres, precedidos por otros de los cuales no dependen. Se dirá que no dependen de todos, sino de uno, pero esto mismo es lo que se busca.

Viendo, pues, el visorrey que daban los dos señales de volverse a encontrar, se puso en medio, preguntándoles qué era la causa que les movía a hacer tan de improviso batalla. El Caballero de la Blanca Luna respondió que era precedencia de hermosura, y en breves razones le dijo las mismas que había dicho a don Quijote, con la acetación de las condiciones del desafío hechas por entrambas partes.

Por otra parte, estaba la señora Ladbrook, que de cofia y con un turbante en la mano hacía una reverencia y sonreía con dulzura, diciendo: «De ningún modo; yo esperaré»; a otra dama que se hallaba en la misma posición que ella y que atentamente le ofrecía la precedencia frente al espejo. Pero apenas la señorita Nancy hizo su reverencia, una dama de cierta edad se adelantó.

D. Carlos 2.º en 1667, que se encuentra en las ceremonias políticas de esta ciudad, recopiladas por D. Lamberto Vidal secretario de la misma , se nota, que cuando llegaba S. M. á Muel, salian los síndicos de Zaragoza y besaban su mano: que S. M. se apeaba en el palacio de la ALJAFERIA, y recibia los puestos segun su precedencia, y hecho esto S. M. entraba á caballo y andaba en medio del jurado en cap y el Gobernador que iban cubiertos; el jurado en cap iba deteniendo el caballo para que el de S. M. llevase de distancia la cabeza.

Como el tiempo es la relacion del no ser al ser, el órden entre lo variable, se concibe tambien que el concebir sucesion, sin algo que preexista, es contradecirse; y así el principio de la precedencia, viene á fortalecer el principio de causalidad; ó mas bien, se manifiesta que son uno solo, bien que presentados bajo diferentes aspectos: el de precedencia, se refiere á la duracion, el de causalidad al ser: pero ambos expresan una aplicacion del principio fundamental: es imposible que una cosa sea y no sea á un mismo tiempo.

En este caso hallamos, que el principio de la precedencia es el mismo principio de causalidad; y como para soltar las dificultades, hemos tenido que prescindir completamente de la duracion en misma, nos hallamos con que el principio de causalidad, si ha de quedar fuera de duda, y ha de ser contado entre los axiomas, no puede fundarse sino en la contradiccion entre el ser y el no ser; en la imposibilidad de concebir un ser que aparece de repente, sin que le preceda nada mas que un puro no ser.

Entonces el D, puede comenzar sin dependencia necesaria del C, porque basta que preexista P, en el instante c, para que se nos haga posible el concepto del comienzo; en cuyo caso, el D, no tendrá ninguna relacion necesaria con C, ni con P; bastándole la precedencia de uno ú otro.

Esta tambien perdió después su precedencia y autoridad, cuando el mismo Alejos, por quedar sin hijo varon, casó su hija primogénita Irene, con Alejos Paleólogo, dándole título de Déspota, que es lo mismo que llamarle á uno señor, y fuera sin duda Emperador si no muriera antes que su suegro; de suerte que la dignidad de César en aquel Imperio es la tercera, por ser la primera la de Déspota, y la segunda la de Sebastocrator.