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La Pepay había escrito aquella misma tarde una carta al célebre ponente esperando una contestacion y dándole una cita en el teatro. Por esta razon don Custodio, apesar de la ruda oposicion que había desplegado contra la opereta francesa, se iba al teatro, lo cual le valió finas pullas de parte de don Manuel, su antiguo adversario en las sesiones del Ayuntamiento.

Capítulo IX. Los Obispos de Teruel. Pocos años después de la fundación de Teruel, su primitiva Iglesia de Santa María fue parroquial, como luego lo fueron las de San Salvador, S. Miguel, San Juan, San Pedro, San Andrés, Santiago, San Martín y San Esteban, la cual fue unida a la de S. Pedro en 1292: la misma de Santa María se hizo Colegiata en 1423, con autoridad de Don Alonso, Obispo de Zaragoza; dándole constituciones en 1425.

Vienen luego los diablos, y fingiéndose ser el uno el alma del difunto, consuela á la mujer con palabras tiernas y afectuosas, dándole esperanzas de que en breve se volverán á ver en el Paraíso; luego el Mapono rocía el alma con agua para limpiarla de las manchas de los pecados, como usamos nosotros con el agua bendita; y con eso se despide el alma de su madre y mujer.

Mas allá departen sobre el precio de los pellejos de vino algunos manchegos cosecheros, ó echan sus cuentas sobre la escasez de los trigos, á la puerta de un ventorrillo de esquina, entre uno y otro largo trago de Valdepeñas; con la manta amarillenta de lana burda recogida sobre un brazo, medio levantado por delante el fieltro de anchas alas, y dándole á la conversacion ese acento perezoso de los paisanos del inmortal Caballero de la triste figura.

Velarde lo rechazó por dos veces impaciente, dándole la última vez un palo; mas variando de pronto de opinión, volvió atrás y le compró, no sólo el décimo, sino el billete entero. ¡Si aquel billete saliese premiado, cuántas cosas había de hacer entonces!... Y pensando en ello y haciendo combinaciones, llegó Velarde al final de la calle del Príncipe, donde estaba situada su casa: pidió luz y se encerró en su cuarto.

Watson, que había adivinado esta intención, corrió hacia Manos Duras, dándole varios golpes en la cabeza y en el rostro con la culata de su revólver. Pero Rojas llegó también en unos cuantos saltos junto al grupo derribado. ¡Déjamelo, gringo! ordenó con voz entrecortada . A éste nadie debe matarlo mas que yo... ¡Me corresponde!

En el ángulo de sus labios, sin embargo, vagaba una leve sonrisa maliciosa que mostraba que no sin razón la hermanita fiaba en sus profundos conocimientos. Hola, Ramoncillo dijo acercándose a Maldonado y dándole una palmada en la mejilla con familiaridad . Siempre tan guapote y tan seductor. Estas palabras fueron dichas en tono entre afectuoso e irónico, que le sentó muy mal al joven.

Acercó después el comerciante una silla con ademán misterioso, y sentándose frente al joven y mirándole entre risueño y avergonzado, dijo, dándole al propio tiempo una palmadita en el muslo: Vamos a ver, Gonzalito: ¿qué te parece de la cuestión del matadero? ¿El matadero? preguntó aquél abriendo unos ojos como puños.

El lo había construido todo, con la ayuda de su criado, dándole la solidez de un castillo. Parecían las tres cabañas otros tantos montones de basura y escombros en los cuales una familia de topos hubiese abierto agujeros que eran puertas, galerías tortuosas que servían de habitaciones. Todos los despojos de la villa habían sido empleados en la edificación.

Duró algún espacio, junto con el llanto, la admiración en todos, y luego Cardenio y Luscinda se fueron a poner de rodillas ante don Fernando, dándole gracias de la merced que les había hecho con tan corteses razones, que don Fernando no sabía qué responderles; y así, los levantó y abrazó con muestras de mucho amor y de mucha cortesía.