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Por otra parte, el entendimiento, en su esencia, es semejante a Dios; nadie le ve, nadie le conoce, nadie le reverencia y acata sino en sus obras.

Miro otra vez a Villa y le veo contestando al saludo con profunda reverencia y azucarada expresión, colorado hasta las orejas. Es ella me dijo con voz temblorosa. Bonita respondí yo por halagarle y porque así era. ¡Divina! replicó poniendo los ojos en blanco. ¡Y si viera usted qué talento! Mire usted, el otro día tuvo una ocurrencia felicísima...

Ni uno ni otro dieron señales de alegría al verse, como convenía á esposos que habían estado separados largo tiempo. La condesa hizo una reverencia á su marido, y don Fernando de Castro bajó levemente la cabeza en contestación al saludo de doña Catalina. Paréceme, señora dijo el conde , que habíais tomado la resolución de haceros ermitaña.

Durante años había contemplado las instituciones humanas, y todo lo establecido por la religión ó las leyes, desde un punto de vista que le era peculiar; criticándolo todo con tan poca reverencia como la que experimentaría el indio de las selvas por la toga judicial, la picota, el cadalso, ó la iglesia. Tanto su destino como los acontecimientos de su vida habían tendido á hacer libre su espíritu.

Grandes bailes, grandes saraos, en salones suntuosísimos; las señoras vestidas de corte, los caballeros cubiertos de casacas; los diplomáticos relumbrantes de oro galonado; los militares con más cruces que un cementerio. Pasa el rey.... unos se inclinan, otros se yerguen militarmente, que es una forma de inclinarse. Pasa la reina..., reverencia general hasta el suelo.

Acabada la misa, vuelto el sacerdote a la sacristía, apagados los cirios y dispersos los asistentes, Elena se levantó y dio la vuelta a la iglesia deteniéndose en cada altar pare una oración o una reverencia. Hasta la vi enviar piadosos besos a sus santos favoritos.

En la naturaleza de esa niña, dijo tanto para como dirigiéndose á su compañero, no hay ni ley, ni reverencia por la autoridad, ni consideración á las opiniones y costumbres de los demás, sean buenas ó malas.

Pero os pido y os ruego que dejéis de tejer el domingo; eso es malo para el alma y para el cuerpo. El dinero que se consigue así es un mal lecho de reposo en los últimos momentos, si no se disipa como la escarcha quién sabe dónde. Disculpad que me haya tomado esta libertad con vos, maese Marner, porque os quiero bien en verdad. Aarón, haced vuestra reverencia.

Doña Juana se puso encarnada, hizo una profunda reverencia al duque de Gandía, y adelantó con menos apresuramiento hasta su padre, y se arrodilló y le besó la mano. ¿Te han dicho que no volverás al convento, hija? la preguntó el conde. , señor. ¿Y te pesa? No, señor. Dilo sin reserva, sin temor. Yo no tengo más voluntad que la de mi buen padre. Se trata de que cambies de estado.

En fin, donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni adonde hay escaseza la liberalidad. !Mal haya el diablo!; que, si por su reverencia no fuera, ésta fuera ya la hora que mi señor estuviera casado con la infanta Micomicona, y yo fuera conde, por lo menos, pues no se podía esperar otra cosa, así de la bondad de mi señor el de la Triste Figura como de la grandeza de mis servicios.