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Si se rompe una casulla, aún nos quedan para componerla tiras bordadas con santos y flores, que son una maravilla. Pero ¿y cuando todo esto se acabe?, ¿cuando se rompa el último vidrio de repuesto y se agoten los retales de la Obrería? Y don Antolín reía sarcásticamente, como si este porvenir por él evocado fuese un absurdo contrario a las leyes eternas.

Ello es que yo, y perdóneme Dios el concepto grosero que formo de su reino, ello es, repito, que aun suponiendo que, acrisolado y purificado por mil tormentos, que hacen un purgatorio de mi vida, logre entrar en el cielo, haré en él tan insignificante, vil y desairado papel como el que en la tierra he hecho. ¿Qué seré yo al lado de los santos gloriosos, de los heroicos mártires, de los que asombraron al mundo con sus penitencias, de los que difundieron por cuantos son sus climas y, regiones la hermosa doctrina del Cordero inmaculado?

Como vido El Inglés, que piloto ya tenia A su gusto, y la tierra ha conocido, Y que tomarla bien le convenia, A su almirante Gallo ha cometido Con el piloto el caso; los dos fueron A Santos, y en el puerto se metieron.

Triste condicion de los mozárabes cordobeses: cisma introducido entre ellos: retrato ligero de algunos apóstatas: 342. Iglesias y monasterios de los mozárabes: forma general de las basílicas: 347. Santos y doctores insignes que florecieron en ellas: 357. Culto y ritual mozárabe: 359. Los monasterios de la ciudad y de la sierra, y mártires que produjeron: 361.

Los que creen en esa milagrería absurda, protectora de los tontos, cómplice de los perezosos, de los jugadores, de los asesinos, de los ladrones, de todos los que por su medio logran lo que quieren, esos son los criminales que llenan nuestras cárceles y que mueren en el patíbulo; esos los que, armados de su anting-anting, su talismán, rosario, escapulario, huesos de Santos o dientes de tiburón, desafían a la policía, cometen tropelías y trastornan el orden, fiados en que triunfarán por la protección de su pintakasi celestial.

El espíritu de Córdoba hasta 1829 es monacal y escolástico; la conversación de los estrados rueda siempre sobre las procesiones, las fiestas de los santos, sobre exámenes universitarios, profesión de monjas, recepción de las borlas de doctor.

En el techo había como escalones, donde ponían las figuras de sus santos, como ahora ponen mucho en los altares figuras de niños, y piernas y brazos de plata: adornaban las paredes con piedras labradas, y con fajas como de cuentas o de hilos trenzados, imitando las grecas y fimbrias que les bordaban sus mujeres en las túnicas: en las salas de adentro labraban las cabezas de las vigas, figurando sus dioses, sus animales o sus héroes, y por fuera ponían en las esquinas unas canales de curva graciosa, como imitando plumas.

Puesto el gobierno particular de cada pueblo a cargo de un administrador secular que cuidase de la temporalidad, y de dos religiosos que doctrinasen a los indios, les administrasen los santos sacramentos y atendiesen a la dirección de sus almas, se dividió el mando, que antes estaba en una sola persona que cuidaba de lo espiritual y temporal.

Se retejó con bastante celeridad, y con la misma un pintor, pedido a Orense, pintó y doró el retablo y los altares laterales, de suerte que la capilla parecía otra, y don Pedro la enseñaba con orgullo a los curas, a los señoritos, a la caciquería barbacanesca. Sólo faltaba ya trajear decentemente a los santos y recoser ornatos y mantelillos.

El entonces cogió la vieja hacha de su padre y con ella al hombro proseguía sus tétricos paseos. Cada vez que salía de casa, Tandang Selo y Julî temblaban por su vida. Esta se levantaba de su telar, se iba á la ventana, oraba, hacía promesas á los santos, rezaba novenas. El abuelo no sabía á veces cómo terminar el aro de una escoba y hablaba de volver al bosque.