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Somoza mantuvo su opinión con energía heroica. «Cierto que podía durar algunos días más de los que él había anunciado, el señor Guimarán; pero la ciencia no podía menos de declarar que la muerte era inminente. Podía durar, , el enfermo, mil y mil veces , pero ¿debido a qué? Indudablemente a la influencia moral de los Sacramentos.

Del extremo de cada cinta va asido un niño o un grupo de niños, representando todos en su conjunto y muy lindamente los siete sacramentos de la Santa Iglesia. Otros niños con vestiduras talares y con alas de querubines llevan en sus hombros el arca de la alianza, como recuerdo de la ley antigua, anterior a la Buena Nueva y la ley de gracia.

El primer día de diciembre Celestina se propuso, de acuerdo con don Custodio, dar el último ataque para conseguir que su padre admitiera los Sacramentos. Al entrar, por la mañana, a eso de las ocho, don Pompeyo Guimarán, que venía soplándose los dedos, la beata le detuvo en la tienda abandonada, fría, llena de ratones.

Siendo como son tan desiguales los pueblos en el número de personas, lo son también en el trabajo que los curas tienen en administrarles los sacramentos, y parece bien serlo también en el goce de sínodos, proporcionándolos según la gente de cada pueblo; y el método más equitativo que se me ofrece es el siguiente.

Bien que por lo que toca á la pureza de su conciencia dan otros Misioneros relación más distinta, diciendo que hacen mucho escrúpulo de retener cosa ajena por pequeña que sea, que muchas veces apenas se les halla materia suficiente para la absolución; que luego que sienten el menor remordimiento de cualquiera culpa, por ligera que sea, y sólo en apariencia á veces, corren volando á llorarla delante de Dios y pedir remedio á sus ministros, aunque estén actualmente ocupados en las labores del campo, ó de noche reposando, y singularmente se refiere de una buena mujer que pareciéndole aún esto poca parte para mantenerse inocente, importunó tanto al cielo con sus plegarias para que la pusiese donde estuviese más segura de manchar su alma, que al fin logró feliz despacho de sus súplicas, porque el día solemne de la Ascensión, asaltada de un accidente casi repentino, recibidos todos los Sacramentos, fué por la muerte á gozar la gracia que deseaba.

¡Tonto, borricote, incapaz de sacramentos! contestaba su dulce consorte desde el gabinete. ¿No ves que estás afeitado ya? ¡Pues es verdad! decía el buen señor palpándose la cara.

María pudo entregarse de lleno a la vida de perfección, a la cual aspiraba con vehemencia. Las horas del día le parecían pocas para orar, lo mismo en la iglesia que en su casa, y para llorar sus pecados. Frecuentaba los sacramentos cada vez más, y asistía y tomaba parte con su presencia y dinero en todas las solemnidades religiosas que se celebraban en la villa.

Viva estoy todavía por causa de esta bendita idea que tengo... ¡Ah!, qué idea tan repreciosa... Con ella no necesito Sacramentos; claro, como que me lo han dicho de arriba. Siento yo aquí en mi corazón la voz del ángel que me lo dice.

Y el hombre necesita, entonces, en las costas del Mediterráneo, una nueva explicación de los hechos y de las cosas, del mundo, y se la proporciona el supernaturalismo cristiano, con los dos testamentos como nueva teoría de los hechos y de las cosas, y con los sacramentos hechicería en tercer grado como nuevo vehículo de comunicación entre los seres humanos que sufren los accidentes de la vida y los acontecimientos del universo, y los seres sobrehumanos que los producen, suspenden o cambian a su arbitrio.

Apenas se hubo sentado junto a la cama, con voz demasiado resonante para la hora y la ocasión, le preguntó: ¿Qué ha sido esto? Encendido de nuevo por la fiebre, Ramiro respondió que no era tiempo de declararse en aquel particular, sino de encomendar su alma a Dios; y, así, pidiole que le administrara, cuanto antes, los Sacramentos.