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Don Fadrique, príncipe de singular prudencia, y maestro grande de la arte del reinar, no quiso empeñar su reputacion en nuestras armas, porque las tubo por perdidas cuando le pidieron socorro, ni declararse por enemigo de Andronico hasta que le vió sin fuerzas para defenderse; pero los accidentes fueron tan diferentes de lo que se presumia, que la resolucion del rey con tanta razon determinada, vino como veremos, á no tener el efecto que hubiera si antes les socorriera.

Cuanto más lógicas y justas eran las aclaraciones del contrario, más se enfurruñaba ella. No pocas veces Benina, inocente, tuvo que declararse culpable de las faltas que la señora le imputaba, porque, haciéndolo así, se calmaba más pronto.

No sólo el gobierno ha organizado un sistema de educación eficiente, sino que lo ha extendido por todo el Archipiélago de una manera tan general que algunas naciones de Europa que citan continuamente los fastos de su pasada historia, querrían muy bien para ellas; no solamente los filipinos encontramos en las escuelas laicas los elementos necesarios para nuestra instrucción y nuestra educación de manera que podemos ser individuos útiles a nosotros mismos y cooperar en la administración de los asuntos públicos, sino que las escuelas y colegios privados del antiguo régimen han mejorado, se han transformado, se han puesto a la altura que debían, siguiendo la norma dada por el gobierno; negar esto es declararse ciego.

Así sería dijo la muchacha si yo, desmintiendo la lealtad de mi carácter, no hubiese en esta ocasión engañado a vuecencia. Don Andrés era un hombre de mucha calma y de bastante mundo. Presumió que la muchacha quería hacerse valer, ir cediendo poco a poco y no declararse, desde luego, vencida.

Pero agotada la psicología amorosa, nuestro Riverita sintió un vago malestar, muy semejante a la vergüenza. En un intervalo de silencio se le representó de improviso lo ridículo que había estado con aquella palabrería altisonante y metafísica ensortijada que jamás hasta entonces había usado, para declararse a una mujer; y no pudo menos de reírse de mismo.

Dos partes. 1 Cuál es mayor perfección, de D. Pedro Calderón, fiesta que se hizo á S. M. 2 Fortuna de Andromeda y Perseo, de D. Pedro Calderón. 3 Quererse sin declararse, de D. Fernando de Zárate. 4 El gobernador prudente, de Gaspar de Ávila. 5 Las siete estrellas de Francia, de Luis de Belmonte. 6 El platero del cielo, de Antonio Martínez.

Simoulin, completamente solo, se consideraba preparado para toda clase de heroísmos. Yo también le había dicho Pierrefonds. El comandante consideraba una felonía abandonar la ciudad. Al declararse la guerra, había sufrido una amarga decepción viendo que no lo aceptaban para combatir en el frente, á causa de sus enfermedades de antiguo soldado colonial.

Es claro como la luz del mediodía que en el momento de declararse la desnivelación, el hábil cortesano se lanzaría con entusiasmo férvido a las filas del partido mayor y más poderoso.

En la amargara del desengaño había podido, , censurarse y declararse vil, afirmando que se había unido con el Príncipe Alejo, no por cumplir un noble propósito, animada de un sentimiento purísimo, sino sencillamente por satisfacer su propia concupiscencia, y hasta debía decirse que ese su propio fallo era atenuado.

¿Y por qué no me lo ha declarado? ¿Tan tímidos son en el día los caballeros cortesanos que no se atreven a declararse ellos mismos?