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Isidora y Bou estuvieron largo rato en la salita de la portería, hablando de enfermedades en general y del asma en particular, del clima de Madrid, del de Mataró, patria de los Bous, de los médicos, del remedio A o B... Realmente, Isidora no tomaba parte en la conversación sino con monosílabos de cortés aquiescencia, porque sus cinco sentidos estaban puestos en la observación de la portería de su casa, y en admirar la confortable humildad de aquel nido de pobres hecho en un rincón de un palacio de ricos.

Parecía tener como treinta y seis años; pero quizás sus enfermedades, sus fatigas y sus penas eran causa de que en su semblante, franco y notable por su belleza varonil, se advirtiese un no qué de triste, que no alcanzaban a disipar ni la dulzura de su sonrisa, ni la tranquilidad de su acento, hecho para conmover y para convencer.

La nueva sociedad, repartiendo equitativamente los medios de subsistencia, equilibrará la vida suprimiendo las enfermedades. Y el revolucionario ponía tal convicción, tal fe en sus palabras, que estas y otras paradojas imponían silencio, siendo acogidas por los creyentes con el mismo respeto que las simples turbas medioevales escuchaban al apóstol iluminado que les anunciaba el reinado de Dios.

Es mas eficaz en la hipocondría, las neuralgias, ciertas enfermedades de la boca, de la piel, de la nariz y de los ojos, en el catarro crónico, los infartos y las ulceraciones mismas del útero, en los restos de la sífilis, algunas erisipelas, la clorosis, y ciertos casos de paraplegia.

Así el que padece tericia ve todas las cosas amarillas, las ve dando giros el que padece vahidos; y á este modo se trastorna el orden regular de las percepciones en las enfermedades, de lo que pudiera alegar muchos exemplos.

Poco á poco y con la fuerza de los hechos es como llegan á creer en el poder de las pequeñas. No hay perjuicio en que empiecen por dósis mas sensibles. Les dirémos al efecto, que pueden en general emplear con ventaja en las enfermedades agudas y en las recrudescencias de las crónicas, algunas gotas al dia de la tintura del medicamento indicado, ó algunos decígramos de su trituracion.

La confianza que inspiraba al doctor Petroz el célebre Cotugno, le decidió á esperimentarle en mismo y en otras personas, pasando despues á emplearle en varias enfermedades. Los efectos terapéuticos no han confirmado completamente las esperanzas que se abrigaban, especialmente como antiepiléptico.

Son, replicó el ermitaño, los vientos que hinchen las velas del navío; algunas veces le sumergen, pero sin ellas no es posible navegar. La bílis hace iracundo, y causa enfermedades; mas sin bílis no pudiera uno vivir. En la tierra todo es peligroso, y todo necesario.

¡Si fuera así! ¡Es así!... Yo te lo anuncié y estoy, como de costumbre, teniendo razón. Ya verás: ¡dentro de quince días tendrás que hacer un gran esfuerzo de memoria para acordarte de tus enfermedades!... Ni una sola te quedará, para tener el gusto de... ¡quejarte! Voy a buscar los diarios dijo Ricardo poniéndose de pie. Vamos para allá dijo Lorenzo, ya no tenemos nada que hacer aquí.

Y Salvatierra, ante el silencio respetuoso de sus amigos, hacía el elogio del porvenir revolucionario, de la sociedad comunista, ensueño generoso, en la cual los hombres encontrarían la felicidad material y la paz del alma. Los males del presente eran una consecuencia de la desigualdad. Las mismas enfermedades eran otra consecuencia.