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Actualizado: 15 de julio de 2025


Tenía los ojos entoldados por la nube fatídica del no ser, y la boca seca y dura, abierta en una mueca desgarrante. El delirio espantoso que padeció en los últimos días impidió que se le administrasen los Sacramentos, salvaguardia de las sagradas promesas de salvación.

Casi todos eran mujeres: por milagro llegaba un hombre a confesarse. Estas mujeres, siempre las mismas y con los mismos pecados, concluyeron por aburrirle. Al principio, observando la docilidad con que escuchaban sus consejos, la ardiente piedad que mostraban y afición a los sacramentos, imaginó que le sería fácil hacerlas cada día mejores, levantarlas hasta la santidad o poco menos.

El Consuelo. La Iglesia. La Ley natural y la escrita. El Judaismo ó la Sinagoga. El Alcorán ó el Mahometismo. La Herejía y la Apostasía. El Ateismo. Los siete Sacramentos. El Mundo. Las cuatro partes del mundo. La Naturaleza. La Luz, casi siempre como símbolo de la Gracia. La Obscuridad. El Sueño y la Ilusión que produce. La Muerte. El Tiempo. Las estaciones y las horas.

»No, deben de ser destinadas para otro fin: esta tarde, cuando volvía del pueblo de suministrar los Sacramentos a una enferma, se me ha aproximado, enmedio del bosque, un hombre envuelto en una capa y me ha dicho en voz baja: »Señor capellán; abandone esta misma noche el castillo en compañía de la Condesa; peligra su libertad y su vida; mañana será demasiado tarde.

Inquisidores, y hago como de tiempo inmemorial hasta hoy, dicha Real Capilla de S. Martin ha sido, y es Parroquia, con el derecho de administrar los Sacramentos á todos los habitantes y moradores de dicho Real Palacio de la ALJAFERIA, y que yo siguiendo, y continuando la posesion de mis antecesores, los siempre administrado á todos los dichos moradores, como Rector de dicha Real capilla; la cual hace ya once años que administro y gobierno con exclusion, y total independencia de todas las Parroquias de dicha ciudad, y con omnímoda exencion del ordinario.

Pero al fin quiso Dios llevarle á la gloria, como de su bondad esperamos, á darle el premio debido á sus méritos; la víspera de la Santísima Trinidad recibió todos los Sacramentos, sin dar la menor señal de temer la muerte, y se entretuvo todo aquel día, parte, en dar disposiciones con mucha serenidad, acerca del gobierno de la provincia, y parte en suavísimos coloquios con su crucificado Redentor, en cuyas manos entregó su espíritu, al entrar el día de la Santísima Trinidad, de cuya vista iba á gozar en la bienaventuranza.

Me los han robado todos... y las lámparas... y los ayudas... eres cómplice.... ¡A la cárcel! Padre, señor, por compasión de su hija... los Sacramentos... tome usted... tome usted.... No, no quiero... seamos razonables. Una partida de sacramentos... ¿para qué?

Como hay Dios en los cielos, abomino de ti y de tu clerigalla.... Fuera todos.... Nadie me entre en la tienda, que no me dejarán un copón... ni una patena.... ¡Esa lámpara, seor bandido! y , hija de perdición, no ocultes debajo del mandil... eso... eso... ese sacramento.... ¡Fuera de aquí!... ¡Padre, padre, por compasión... admita usted los santos sacramentos!...

Visitole por orden de su Magestad don Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, Arzobispo de Tiro, Patriarca de las Indias; hízole una larga platica para su consuelo espiritual; y el Viernes 6 de Agosto, año del Nacimiento del Salvador 1660 día de la Transfiguración del Señor, habiendo recibido los Santos Sacramentos, y otorgado poder para testar a su íntimo amigo Don Gaspar de Fuensalida, Grefier de su Magestad, a las dos de la tarde, y a los sesenta y seis años de su edad dio su alma a quien para tanta admiración del mundo le había criado, dexando singular sentimiento a todos, y no menos a su Magestad, que en los extremos de su enfermedad había dado a entender lo mucho que le quería y estimaba.

Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto. En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías.

Palabra del Dia

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